lunes, febrero 19, 2018

LIVE IN 218: GLEN HANSARD, BRUSELAS 2018

Fue hace seis noches y desde entonces no me he puesto ni ante un papel en blanco ni ante una pantalla encendida; hasta ahora. Ni una palabra he escrito en este intermedio, solo he dejado fluir experiencias presentes y el recuerdo de emociones. Por eso aún guardo desordenados, pero sutilmente entrelazados, los instantes inolvidables de un concierto extraordinario con Glen Hansard. Sí, para mí fuera de lo común porque al terminar, aún sobrecogido de felicidad, supe que había asistido a uno de esos conciertos que desde ahora y hasta mucho más adelante estará en el top 3 de mi ranking personal; se ha caído uno para cederle el lugar al gran, gran, muy grande, Glen Hansard. En la sala Ancienne Belgique de Bruselas, desde la que ahora regresan flashes:

Glen entra solo, se sienta y de su guitarra salen las dos primeras canciones, de su voz esos arrebatos y lamentos intensos de los que está a punto de salir fuego...

La banda a escena, 11 miembros y Glen sobre el escenario: delicado trío de cuerdas; caluroso trío de viento; al bajo y en la guitarra dos viejos amigos de la banda The Frames; un baterista; y cuatro manos en los teclados, las de ella arrebatadoramente seductoras…

Una demoledora fusión de My little ruin con When your mind’s made up

Glen que nos cuenta, que improvisa, que se ríe, que se pone serio, que se acuerda de una tarde con Joni Mitchell y la forma de “darle ritmo a la vida”…

El trombonista Curtis Fowlkes que se adelanta al micro para robarle a Glen la segunda parte de Wedding ring para convertirse en un irresistible Curtis Mayfield con el que la sala explota de placer…

Glen que invita a un trío de chicas de Estonia para presentar una conmovedora canción tradicional de su país que da paso, con las 15 personas encima, a una alargada vibrante versión de la sublime Lowly deserter

Falling slowly con la pianista...

Transformado en Van Morrison con la frágil Wreckless heart y la optimista Mercy mercy

Cual Springsteen metido en el pellejo de Woody Guthrie atacando una brutal versión de Vigilante man que hace delirar al público…

Instantes imborrables de una noche inmortal.

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