Fue
hace seis noches y desde entonces no me he puesto ni ante un papel en
blanco ni ante una pantalla encendida; hasta ahora. Ni una palabra he
escrito en este intermedio, solo he dejado fluir experiencias
presentes y el recuerdo de emociones. Por eso aún guardo
desordenados, pero sutilmente entrelazados, los instantes
inolvidables de un concierto extraordinario con Glen Hansard. Sí,
para mí fuera de lo común porque al terminar, aún sobrecogido de felicidad, supe que había asistido a uno de esos
conciertos que desde ahora y hasta mucho más adelante estará en el
top 3 de mi ranking personal; se ha caído uno para cederle el lugar
al gran, gran, muy grande, Glen Hansard. En la sala Ancienne Belgique
de Bruselas, desde la que ahora regresan flashes:
Glen
entra solo, se sienta y de su guitarra salen las dos primeras
canciones, de su voz esos arrebatos y lamentos intensos de los que
está a punto de salir fuego...
La banda a escena, 11 miembros y Glen sobre el escenario: delicado trío de
cuerdas; caluroso trío de viento; al bajo y en la guitarra dos
viejos amigos de la banda The Frames; un baterista; y cuatro manos en
los teclados, las de ella arrebatadoramente seductoras…
Una
demoledora fusión de My little ruin con When your mind’s made up…
Glen
que nos cuenta, que improvisa, que se ríe, que se pone serio, que se
acuerda de una tarde con Joni Mitchell y la forma de “darle ritmo a
la vida”…
El
trombonista Curtis Fowlkes que se adelanta al micro para robarle a
Glen la segunda parte de Wedding ring para convertirse en un
irresistible Curtis Mayfield con el que la sala explota de placer…
Glen
que invita a un trío de chicas de Estonia para presentar una
conmovedora canción tradicional de su país que da paso, con las 15
personas encima, a una alargada vibrante versión de la sublime Lowly
deserter…
Falling slowly con la pianista...
Transformado en Van Morrison con la frágil Wreckless heart y la
optimista Mercy mercy…
Cual Springsteen metido en el pellejo de Woody Guthrie atacando una
brutal versión de Vigilante man que hace delirar al público…
Instantes
imborrables de una noche inmortal.
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