Admito
que me da cierta tranquilidad (¿tranquilidad?, hay cosas más
importantes por las que perder la fe, desde luego) que Neil Young
haya grabado este año este Peace trail (Reprise, 2016), su trabajo
más decente desde Psychedelic pill (2012), una pieza rescatable de
la muy floja producción que acumula desde 2009, nueve álbumes en
total, alguno vergonzoso (Americana, A letter home). Frente al poco
entusiasmo que ha causado este lanzamiento, me atrevo a dar una
aprobación menos tibia y a levantar este álbum por encima de obras
recientes como Le Noise o los dos trabajos grabados con Promise of
the real.
Young
reconoce en el segundo tema que no puede parar de trabajar, que no
sabe hacer otra cosa. Treinta y siete obras de estudio suma desde el
69 él solo. En Peace trail juega y bromea, se desnuda
instrumentalmente y vacila. Solo él agarra las guitarras (poco la
eléctrica), Paul Bushnell se encarga del bajo y el veterano Jim
Keltner de la percusión. Graba en cuatro días, así de cualquier
manera, en primeras o segundas tomas, con versos hablados, ridículos
recursos vocales (My pledge), chistes contemporáneos (My robot) y
penosos espasmos (Texas Rangers). Con ello no sabes si reír o
llorar. Y aunque añoro al Neil Young de
Greendale o Prairie wind (sin ir más lejos), esto me gusta.
Nota:
6,5/10
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