Los
escalofríos de la nostalgia. La reseña de la página Allmusic resume muy bien la
esencia y el entorno inmediato de este disco. Así fue. Rod empezaba a ser una
estrella suelta y sus discos, tan buenos como los que grababa con su banda, pronosticaban
una carrera al margen. Empezaron a vender a Rod y los chicos y eso, por
supuesto, no gustó al grupo, que siempre habría sido eso precisamente, un
grupo. Una banda gamberra, juerguista y entrañable, además de brillante. El tiempo
de Faces llegó y pasó, y lo aprovecharon bien. Hubo mucho sexo, muchas drogas y
mucho rock and roll.
Ooh la la
(1973) ponía fin a todo aquello, aunque ellos siguieron girando un año y pico
más. Pero cada uno ya pensaba en su propio futuro. Al escuchar este disco piensas
que todo seguía siendo perfecto. No hay desgana ni signos de malhumor, ni
grietas, quizá la nostalgia que presagia un próximo adiós, que sale de los
temas que canta Ronnie Lane, como Glad and sorry o Ooh la la. Nunca dio tanta
pena despedir así a una banda, con una obra maestra que no los volvería a unir.
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