Llega
un momento cada año, por estas fechas, en que uno necesita hacer un
lejano viaje musical. Descubro menos de lo que quisiera las músicas
de otras partes del mundo más allá de los territorios británico y
americano, y suele ser de casualidad que me encuentro con sonidos
y esstilos estimulantes surgidos de países poco explorados. Así descubrí hace
años a Mulatu Astatke, con la música que incluía Jim Jarmusch en
su película Flores rotas. Luego un conocido me pasó una
recopilación de jazz etíope que me gustó y a veces me da por
detenerme en músicos del mismo continente, de Mali, Nigeria o
Sudáfrica, donde hay un poco de fu y otro poco de fa. Ahora cae en
mis manos esta cuna de la humanidad que reúne, tras unos años de
actuaciones juntos, al padre del Ethiojazz (como así se considera a
Astatke) y al colectivo australiano Black Jesus Experience. Este
Cradle of humanity (2016) entrelaza el jazz y el funk con el rap, las
percusiones calurosas de Mulatu con los versos y los ritmos agitados
del grupo de Melbourne en una travesía libre por la integración y
el mestizaje cultural que me permite asombrarme de nuevo con la vasta
riqueza idiomática de la música.
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