Tengo que
reconocer que este tipo es especial. No comulgo con su credo pero admito que me
seduce con su mensaje, con su presencia, el misterio obtuso de su música. A mi
alrededor lo he oído ensalzar demasiado y aún me contengo, no encumbro en
absoluto su díptico Abattoir/Lyre de hace más de media década, prefiero el
gamberrismo explosivo de su posterior Dig Lazarus dig! y me quedo tan
tranquilo. Me aburren muchas obras anteriores, alguna me gusta lo justo… pero,
como digo, Nick Cave no es un tipo cualquiera, es un tío que impone, que me
asusta y que respeto, faltaría más.
Vuelve
este año en su versión más pausada, una bestia sin furia, con un álbum que transpira
enigmas y curvas, evasión y calma. Se grabó en una mansión del sur de Francia. Allí
se llevó el australiano que vive en Brighton a sus secuaces. Push the sky away (Bad
Seeds Ltd, 2013) tiene tres temazos antológicos (We no who U R, Jubilee Street
y Higgs Boson blues… toma ya, un blues apabullante al incomprensible bosón de
Higgs) y otros seis cortes de vicio. Lo termino y necesito volver a entrar en él,
pincharme al menos una de esas tres canciones. Eso no lo consigue un tipo
cualquiera. Escuchadlo tranquilos, de corrido, con la luz apagada o los ojos
cerrados, meteos en su atmósfera flotante, quizá el cielo os permita el paso.
Nota:
8/10
2 comentarios:
que bien descrito. Las últimas líneas de este post son tremendas.
Yo si comulgo con Cave, aunque no desde sus inicios, en el que sus discos me parecían asperos y algo insustanciales. Pero desde Murded ballads, con mejor o menor acierto, me gusta de una forma especial. Y sí, como no, este tipo es alguien muy especial.
Los tres temas a que te refieres, sensacionales.
Me quedo sobre todo con Jubilee Street!! Gattuso.
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