Nos vemos otra vez, tío.
Estás en plena forma, vaya, por ti no pasan los años. Ya sé qué me vas a
contar, qué me vas a ofrecer: tu voz subiéndonos al escenario o llevándonos a las
nubes, tu sudor resbalando por la cara y salpicando tu guitarra, tu alegría
gritándonos, tus carreras contra la fatiga desde el primer minuto hasta casi
tres horas después, tus manos que tocan las nuestras en primera línea, tus
huevos y tus entrañas. Cincuenta, sesenta o setenta mil almas que estamos
delante de ti absorbidos por tu música. Ahí estoy yo en éxtasis con el solo de
Nils en Because the night, con la nostalgia que perdura cuando cantas No
surrender, con tus berridos callejeros en Spirit in the night, con el saxo
fresco del heredero de Big Man en Dancing in the dark, con vuestras voces en Wrecking
ball haciendo que broten mis lágrimas, abrazándonos los unos a los otros… con
tu felicidad. Eres un fiera jefe, un bestia, un monstruo, un amigo. We love
you.
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