Fue la
razón principal por la que ponerse en marcha, buscar alojamiento y encontrar
vuelos con cinco meses de antelación. Venía a Europa, y si no aterrizaba en
España, daba igual hacer acto de presencia en cualquier parte del extranjero. La
isla de Wight, por ejemplo, donde tendría excepcional compañía. El viernes,
el primer día, después de Elbow, irregulares pese a su buena
voluntad. Please welcome, Tom Petty & The Heartbreakers. Al fin!!!
Sabía lo que iban a tocar, el mismo repertorio de
sus últimos conciertos en USA y Europa: 19 temas, un bis, Listen to her heart
para empezar y American girl para terminar. Y me encontré lo que imaginaba. Ese
sonido de limpia pureza, esa cercanía natural, esos musicazos que son Mike
Campbell y Benmont Tench, el bueno de Tom al frente, un poco viejo y algo
cansado. Muy correctos, desde luego, les faltó espontaneidad y un poco más de empatía,
pero no oficio ni rigor, tampoco grandeza.
Dios,
los tenía ahí delante, lejos pero bien colocado. Tom Petty y sus chicos. Canto,
bailo, me abrazo, guitarreo, desgasto las palmas. Esta es una experiencia única.
Vuelvo a los podios: bronce para Mary Jane’s last dance, plata para Something
big, oro para It’s good to be king. Duermo tranquilo y feliz, y no solo porque los
he visto.
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