En pocas horas me he dejado absorber fuertemente por este disco, su música me ha hechizado sutilmente, de poco a mucho en cada escucha, y me ha hecho recorrer con la imaginación unos paisajes flotantes y voluptuosos en los que me siento muy a gusto. Tengo que encontrar nuevos refugios para no aburrirme ni cansarme de tanta vulgaridad y repetición y Beach House parecen transportarme a una dimensión idílica y a la vez laberíntica. Lo que dicen de este grupo y de su tercer álbum, Teen dream (Sub Pop, 2010) es cierto. Las reseñas y las críticas establecen parecidos y referencias que no voy a negar, sino a confirmar, así que no diré nada nuevo para contradecir a quienes los encuentran cercanos a Nico, Mazzy Star o TV on the Radio (incluso Cat Power, incluyo de mi cosecha). Algunos de estos artistas no me gustan, pero Beach House, un dúo establecido en Baltimore (y eso también me animó a conocerlos) tienen un poder de hipnosis efervescente en el que los teclados y la voz andrógina de la sobrina de Michel Legrand sobresalen mágicamente. Es pop ensoñador y sumergido en unas aguas calmas lo que nace de la música de esta pareja. Y me encanta por su compleja proximidad.
Nota: 8/10