El desánimo se extiende. Hace tiempo que no me emociona una canción nueva. ¿Dos meses? ¿Tres? Me parece bastante. No estaba acostumbrado a esta sequía. También es cierto que en enero apenas novedades discográficas han pasado por mis dominios. Las pocas caen pronto en el olvido, tanto que me cuesta recordar al día siguiente el disco que escuché horas antes. Eso me hace augurar un mal año musical. Espero equivocarme. Quizá un próximo viaje a Barcelona y una visita a sus tiendas de discos me ayude a encontrar una reconciliación. A ver.
Mientras, sigue desfilando música por mis oídos con la sensación de que necesito refugiarme en el pasado para disfrutar de viejas joyas (firmadas o no por Mr. Waits). Porque ni Laura Veirs, ni Tulsa, ni Spoon, ni Ocean Colour Scene, apresurados a publicar nuevos trabajos en 2010, han logrado curar mi epidemia de decepción.
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