sábado, octubre 28, 2006

BONUS TRACK 13: YOUNG AMERICANS (DAVID BOWIE)

Tal vez un poco tarde, supongo, y después de un buen número de obras que considero menores he acabado escuchando el disco Young americans, firmado por David Bowie en 1975. Le tengo un especial cariño al tema titular por razones que enlazan el terreno musical con el campo cinematográfico. Tiene la culpa el cineasta danés Lars von Trier, quien utilizó el tema inicial del disco de Bowie como epitafio sonoro de sus (de momento) dos películas de su ‘trilogía americana’, las incómoda y sobrecogedoramente espléndidas Dogville y Manderlay. Sobre una sucesión de fotografías que muestran las clases más bajas de ciudadanos americanos en los años de la Depresión, las olvidadas comunidades negras, parados en la ruina y tipos sin hogar, el director de cine ironiza en los títulos de crédito finales al contrastar la miseria de las imágenes con el glamouroso sentimiento que desprende Bowie en su magnífica canción.

Young americans encabeza un álbum justamente radiante, del que brota el resplandor de clubes luminosos, mujeres exuberantes y agitación nocturna hasta la claridad del amanecer. Las chicas que prestan voces de coro al autor en varios temas otorgan una alegría natural al disco no carente de nostalgia, mejor intuida años después, por unos festivos tiempos mejores. Pero no eran aquellos felices días para Bowie, fueron incluso la antesala de horas todavía más próximas a un preocupante paréntesis de autodestrucción que llevó al cantante a perder muchos kilos, presentar un aspecto cadavérico y lindar con la muerte. Esa crisis vital quedaría mejor reflejada en la serie de discos siguientes, los sombríos y complejos Station to station, Low y Heroes, favorecidos entonces y con el tiempo por la crítica.

Young americans, bañado de soul húmedo expuesto al sol para secarse, no sólo se beneficia del mejor tema, sino también de sufridores testamentos como los de Win y Somebody up there likes me, la creatividad suprema de Fascination y Right y dos romances ‘beatleianos’, una bonita versión de la canción Across de universe y el electrificado tema Fame, cantado a dúo con John Lennon. Un joya joven hoy en día.

jueves, octubre 26, 2006

SOUNDTRACK 20: SCARLETT CANTA A TOM

La noticia ya ha circulado por blogs y webs y creo que, aunque con un poco de retraso, merece caer por aquí por tribecasessions para despertar ya el apetito de sus lectores y visitantes. Pensemos en una pareja tan opuesta e improbable como Tom Waits y Scarlett Johansson, el tahur de antro y la nueva princesa de Hollywood, el perdedor de night club y la reina de corazones. No salen juntos, no (les separan 35 años); no han trabajado aún en la misma película (él aparece más bien en cameos); y tampoco han coincidido todavía en un disco. Pero un disco les unirá sin estar el uno junto al otro. Está anunciado ya, aunque aún no ha entrado nadie en el estudio: Scarlett grabará un disco de versiones de canciones de Tom. Mmmmmm.

Scarlett Johansson sings Tom Waits. Este será el título de un trabajo que la joven actriz grabará cuando su agenda de compromisos de cine se lo permita y que podría ver la luz en la próxima primavera.

De entrada, surge la aprobación y también varios interrogantes de expectación. Sí, la voz más bien áspera y con matices varoniles de Scarlett podría convertirse en un aceptable vehículo para que por ella circulen los paisajes urbanos que la garganta rugosa de Tom acostumbra a dibujar. Luego cabe preguntarse si ella interpretará los temas con las cuerdas vocales raspadas como él lo hace; si participará él haciendo segundas o primeras voces en algún corte o como responsable de algún instrumento; si ella escogerá canciones jazzísticas de la primer etapa de discos del músico en Asylum o si, por el contrario, elegirá las piruetas experimentales y con frecuencia estrafalarias de los numerosos trabajos bajos los sellos Island y Anti; si los músicos que la acompañen serán habituales de las sesiones de él o alejados de su circuito…

Son interesantes incógnitas sobre un trabajo que ojalá mejore las incursiones de otras actrices en el terreno de la canción (Milla Jovovich se dio un trompazo, aunque Julie Delpy cumplió con decencia) y que mantiene vivo y alerta el gusto por Scarlett Johansson tras su sucesión de presencias cinematográficas (La dalia negra, Scoop, The prestige) y por Tom Waits justo cuando acaba de publicar un triple álbum de rarezas y temas inéditos (Orphans: Brawlers, Bawlers, Bastards) del que muy pronto tendréis más referencias por estos lugares.

sábado, octubre 21, 2006

LIVE IN 30: CALEXICO

Cuando pensaba que la temporada norteña de conciertos se había terminado una interesante actuación más por tierras asturianas me lanzó de nuevo a la carretera. Por supuesto, de nuevo en la mítica compañía de Pepe Guns y esta vez muy bien acompañados los dos por Dufresne desde nuestro punto de partida y Borja esperándonos en Gijón. Allí, en la sensacional y acogedora sala Albéniz, nos esperaban también Calexico. A ellos les he dedicado mis mejores críticas en posts anteriores y ya que se presentó la ocasión de sentirlos en vivo no dudé en comprobar si la admiración que siento por sus discos se trasladaba también a su directo. Desde luego.

Sobra decir que el sexteto que lideran sus fundadores, Joey Burns y John Convertino, es un sensacional compendio de músicos polifacéticos. Sobra decir también que su producción aúna calidad instrumental, dulzura vocal y aspereza paisajística. Lo que no esperaba es que con tan sólo las dos primeras canciones se metiese el grupo de Arizona a una entusiasmada audiencia en el bolsillo. Burns parece un tipo encantador, marchoso tras su apariencia seria, al que le gusta hablar y no le cuesta conectar con el público. Más taciturno se antoja Convertino, "sobresaliente" batería y percusionista, soporte lujoso en el que se asienta la música fronteriza de Calexico, su rock fino, su folk de raíces chicanas, su pop desértico.

Toda esa gama de dialectos, acentuada por las imágenes enigmáticas de contexto en la pantalla de fondo, tuvo cabida en la actuación gijonesa de la banda, que saltó de álbum en álbum combinando las trompetas alegres con las cuerdas diversas de sus multiinstrumentistas. Suplicantes suenan los temas de su último trabajo, como Roka o Deep down; festivos sus buceos latinos, como Ojitos traidores o Güero Canelo; que cerró el concierto; relajantes los interludios sin letra y abrasadores un par de clásicos de su repertorio, como Jesús and tequila, Sunken waltz o Crystal frontier, el tema previo a los bisses. Sobraron esas últimas elecciones como esos escasos minutos de más que muchas veces le sobran a las grandes películas. Y a los conciertos magníficos.

martes, octubre 17, 2006

VOLUME ONE 37: ROGUE’S GALLERY. BALADAS DE PIRATAS, CANCIONES DEL MAR Y CÁNTICOS

No entraba entre mis preferencias comprarme una colección de viejas canciones de piratas y melodías del mar actualizadas por más de una treintena de músicos contemporáneos, pero una corazonada extraña me animó a lanzarme al abordaje y navegar de la mano de su música por los mares de la imaginación. Pero es la fácil capacidad de evocación y la sutil manera de guiar al oyente a todos los paisajes de aquellos mares surcados por bandidos y marineros, tuertos capitanes, rudos bucaneros, bravos grumetes y mujeres fantasmales o añoradas lo más gratificante de Rogue’s Gallery. Pirates Ballads, Sea Songs & Chanteys, una recopilación auspiciada por el pirata Jack Sparrow (es decir, el actor Johnny Depp) y el director de cine Gore Verbinski, firmante de la trilogía Piratas del Caribe protagonizada por el actor y músico estadounidense.

Hal Willner, uno de los impulsores en los últimos años de los discos de tributo, es el productor del doble disco de 43 canciones. Ha sido el encargado de bucear en multitud de archivos tradicionales, consultar numerosas fuentes y convencer a varios artistas musicales para dejar su grano de arena en Rogue’s Gallery cantando viejas canciones de varios siglos de antigüedad. Lo ha hecho con diversa ayuda y desde varios puntos cardinales, Londres, Los Angeles, Dublín, Nueva York, lugares de grabación donde se ha rescatado parte del folclore y la historia o leyenda del mar.

Aparecen Bono, Brian Ferry, Nick Cave, Antony, Gavin Friday, casi entera la familia Wainwright, Lucinda Williams, Sting, Lou Reed o el actor John C. Reilly entre los más conocidos, alguno con más de una canción. Unos y otros pasan por vestuario para transformarse en los narradores de la imaginería pirata a través de bellas piezas musicales, emotivas unas, fantasmagóricas otras, algunas bizarras y otras beodas. Tragárselo todo de un sorbo se antoja agotador, pero a sorbitos supone un descanso anómalo, un pequeño viaje en bergantín en pleno océano, con sólo el murmullo y también el silencio del mar.
Nota: 7/10

sábado, octubre 14, 2006

SOUNDTRACK 19: LLAMANDO A LAS PUERTAS DEL CIELO

No me resisto a hacer una nueva incursión cinéfila entre las sesiones habituales de música para comentar la última película de un cineasta que por una indiscutible obra maestra, un par de magníficos trabajos y un resto de filmografía tan errática como, por otra parte, interesante siempre ha despertado mis ganas de seguirle los pasos. Además tiene un gran gusto musical Wim Wenders, autor en 2005 de Don’t come knocking, traducida en el mercado español como la célebre canción, Llamando a las puertas del cielo.

En realidad, visto el resultado se puede concluir que la película es más de su guionista y actor principal, Sam Shepard, que del propio Wenders. Sobre todo por la recuperación en la trama de los temas fetiche en la obra del escritor y dramaturgo norteamericano, traducidos de manera fiel y clara por el director alemán en su primera colaboración, Paris, Texas, esa obra magistral de Wenders. En su nuevo encuentro, pluma y cámara, tono y estilo, se compenetran ajustadamente para volver a enfrentar a un hombre solitario con su incomunicación, con su incapacidad para asentarse y la imposibilidad de encontrarse a sí mismo.

Tan pesimista panorama aparece además ubicado en medio de la nada, o algo parecido: en desiertos perdidos, aburridas ciudades de Nevada donde la única diversión es un gigante y hortera casino o pueblos de Montana donde todo el mundo se conoce pero casi nunca hay nadie en la calle. Por ahí se mueve Howard Spence, el patético personaje al que da vida Sam Shepard: un actor de westerns con un enorme historial de problemas de alcohol, drogas y mujeres a sus espaldas que huye de un rodaje, se reencuentra con su madre (Eva Marie Saint) y parte en busca de un hijo al que desconoce (Gabriel Mann) sin saber en absoluto qué hacer con su miserable y dernortada vida. La mujer a la que embarazó (su esposa en la vida real Jessica Lange), un investigador de una aseguradora (Tim Roth) y una misteriosa joven (Sarah Polley) que va a todas partes con las cenizas de su madre en una urna se le cruzan en su viaje sin destino.


Wenders convierte el argumento compartido con Shepard en un film con sus acostumbradas palpitaciones, donde todo el mundo actúa al margen de todo el mundo y cuyo pasado es tan amargo como el futuro que le espera. Su cámara compone planos hermosísimos y se desliza hipnótica alrededor de los personajes (Shepard sentado durante varias horas en un sofá en plena calle), casi siempre acompañados en sus pasos por una partitura de T-Bone Burnett que remite a las de Ry Cooder para otros films del director alemán, entre ellos Paris, Texas. Shepard está magnífico, Lange fuerte pero desmejorada, Roth conciso, Saint entrañable, Polley frágil y maravillosa. Sólo desentonan los algo caricaturescos Mann y Fairuza Balk como su novia en un film desesperanzador y crepuscular. De lo mejor de Wenders, quien vuelve a llamar a su amigo Bono para cantar a dúo con Andrea Corr la preciosa canción Don't come knocking.

martes, octubre 10, 2006

VOLUME TWO 22: BLACK REBEL MOTORCYCLE CLUB

Primero no me interesaron, tuve una pronta desconfianza. Más tarde no me dijeron nada, aunque preferí reservar una mejor improsión para otro momento. Después me sedujeron tanto con su cambio de tono como con sus líneas previas de estilo. Ocurre con ciertos grupos a veces, incluso con los que comienzas recibiendo con una patada para luego cambiarla por un abrazo. No es ningún delito.

De quien pasé primero, a quien le di una oportunidad después y acabaron agradándome son los Black Rebel Motorcycle Club, un trío de San Francisco muy bien disfrazado de banda inglesa, sobre todo en los dos primeros de sus tres discos.

Lo que mejor le sienta a esta formación es el blanco y negro de sus imágenes, esa parca variedad cromática que preside sus portadas y se extiende a la música de esos trabajos iniciales en concreto, B.R.M.C. (2001) y Take them on, on your own (2003). Ahí no pueden tapar los californianos cierta herencia adquirida de ruidosas bandas británicas como My Bloody Valentine o los más melódicos Stone Roses y trasladada a temas de ritmos espesos, cargados con robustas líneas de bajo, percusión hipnótica y guitarras que en un mismo corte pierden su sobriedad y se transforman en ebrios aullidos. Esa propuesta gustó también a los hermanos Gallagher y los Oasis se convirtieron en sus padrinos a la hora de seducir al mercado inglés.

Tras un primer álbum bañado por el clima de un tugurio de clientela empastillada y una continuación algo más aseada con contados estribillos acercados a los de los Dandy Warhols (a quienes telonearon), BRMC cambió el uniforme para su tercera entrega, Howl (2005), esta vez más americana que británica. Este disco pasa por la ducha para dejar al descubierto la predilección del grupo por los paisajes del folk americano de aire turbio, unas veces siniestro, otras delicado. Acústicas finas, eléctricas gruesas, armónicas metálicas y platillos elegantes llenan un espléndido trabajo de madurez que anticipa tiempos aún más brillantes para BRMC.

GREATEST HITS 13: CANCIONES QUE ME HACEN SENTIR BIEN

Tribecasessions acaba de cumplir un año y durante todo este tiempo he querido compartir con los visitantes un poco de la emoción que la música y el cine me producen. Lo he hecho a través de retratos o perfiles de solistas y grupos, comentarios y críticas de discos, crónicas de conciertos y reseñas de películas o estrellas de cine. Lo he hecho a mi manera, escribiendo tal y como siento, aportando los datos que conozco y que me gusta que conozcáis. Gracias a todos por estar ahí, a los que leéis y a los que no, a los que escribís y a los que pasáis… en definitiva, a los que escucháis música y veis películas, dos de nuestros mayores tesoros. Espero seguir mucho más tiempo.

Dicen por ahí, y estoy de acuerdo, que las canciones quizá ya no cambien el mundo aunque es suficiente con que a cada uno le hagan sentir bien. A mí algunas de las que he comentado todos estos meses lo consiguen. Estas también:

-Tenth Avenue Freeze-out (Bruce Springsteen)
-Freddie’s dead (Curtis Mayfield)
-Once I was (Tim Buckley)
-Sweet thing (Van Morrison)
-What’s going on (Marvin Gaye)
-Yellow (Coldplay)
-Litte girl blue (Janis Joplin)
-Just like a woman (Bob Dylan)
-Who’ll stop the rain (Creedence Clearwater Revival)
-Ooh La La (Faces)
-No expectations (The Rolling Stones)
-We float (PJ Harvey)
-With or without you (U2)

... y tantas.

miércoles, octubre 04, 2006

LIVE IN 29: DERIVACIONES DEL CD

Como llevo unas semanas sin escuchar material musical fresco y distintas ocupaciones me han quitado tiempo para detenerme a escuchar con atención nueva o vieja música, me recreo una vez más en esas manías o costumbres extrañas que tipos a veces raros como nosotros tratamos como tema de evasión y conversación en las noches de los sábados cuando no hay nada mejor que hacer.

-¿Le pones plástico al DG Pack para que no se te desgasteni tan siquiera con el roce con los muebles? (Sí)
-¿Te gusta que los títulos de las canciones no aparezcan en la contracubierta y haya que buscarlos en el libreto? (No, mejor en la parte de atrás que en la de delante)
-Si aparecen los títulos, ¿que lleven número o no? (Que venga el número antes del título, no me gusta tener que contar para descubrir qué tema es)
-¿Con duración o sin duración de los temas? (Prefiero que la duración vaya en el interior, no en la contraportada, no sé, me da la sensación de que los números afean un poco la imagen exterior)
-¿Te gusta que las letras de las canciones estén escritas con la caligrafía del autor? (Sí, pero que entienda su letra)
-¿Te gusta que aparezca una imagen debajo del soporte del cd en cuanto lo quitas para escucharlo? (Me resulta bonito que la haya)
-¿Le quitas al cd las pegatinas promocionales sobre la caja o el cartón? (Sí, y si es posible que no esté pegada con tanta fuerza que desgaste la superficie)
-¿Prefieres un libreto sofisticado con muchos pliegues o uno sencillo a modo de librillo? (Uno sencillo y sin decoraciones excesivas)
-¿No te fastidian los discos esos en los que el último corte tiene una duración de media hora pero sólo suenan 4 minutos al principio y 2 al final entre un espacio en el medio sin nada? (Un chiste sin gracia)
-¿No te gusta poner juntos sobre la mesa o el suelo varios discos de un mismo autor, ordenados cronológicamente, y recrearte con el contraste de colores entre uno y otro, con las diferencias de tipografía, con el tamaño del título y del músico, con la posición que ocupa el autor en cada cuadrado de imagen, con el color del canto del disco o multitud de pequeños detalles? (Agradables tonterías)

Responded a preguntas como éstas.

LIVE IN 28: BEST OF OR NOT BEST OF

Alguna vez he leído u oído rechazos a los discos recopilatorios con las mejores o más conocidas canciones de grupos o solistas. Habrá quien se contente con lo llamado 'best of' de tal o cual sin necesidad de profundizar más en los discos de estudio o en directo oficiales. Habrá también quien considere limitada esta opción para conocer a los músicos y defienda que no hay mejor manera de hacerlo que acercándose a ellos disco a disco para comprender mejor el significado de cada obra en cada momento. Entiendo las dos posturas y no quiero llamar superficial al que confía nada más que en los' best of' o 'greatest hits' con uno o dos temas inéditos de regalo, ni presuntuoso al melómano que aborrece las compilaciones y desconfía de aquellos que les basta con 'The Essential'.

A muchos grupos los he descubierto con un 'best of' tras oír una canción suya en una película, un programa o un anuncio. Si me han gustado mucho me he informado de sus discos más destacables para completar luego más o menos su obra. De lo contrario, no he invertido ni más tiempo ni dinero. Así de simple.

También hay que saber valorar las recopilaciones. No me gusta ver como cada poco tiempo se explota un nuevo 'best of' de Prince, Queen, Aerosmith o Eric Clapton. Y me agobia visitar la sección de blues o jazz de una buena tienda de discos y no saber por qué colección decidirme de entre un montón según el sello con que el músico trabajó o según las etapas de su extensa obra. A veces decantarse por un 'best of' es todo un dilema.

Puestos a jugar... de Prince precisamente me basta un 'best of', de Madonna no. De los Who también, de los Kinks no. Poco para los Jam, más para Paul Weller. Suficiente una colección de Blur o Pulp, escasa una de Oasis o Supergrass. Lo justo aunque sea grande de AC/DC o Frank Zappa, un poco más de Pink Floyd y Marc Bolan. Curtis Mayfield completo, Isaac Hayes incompleto... Best or not Best.