El soul man que lleva dentro Greg Dulli, su alma negra anclada en otras décadas, se vislumbra entre el rugoso rock evocador de sus aventuras musicales. No le falta un aire gangsteril a su rostro redondo de gamberro de barrio, a su porte robusto de crooner fumador y trasnochado. Me cae bien Greg Dulli, escondido tras sus gafas oscuras. Vomita pasión cuando grita, también cuando deja que las palabras le resbalen y con ellas seduce a las babies que pueblan sus canciones. Lo ha hecho en Afghan Whigs y en Twilight Singers. Siempre.
Como ahora, que firma Amber Headlights con su nombre solo, un trabajo que abre un paréntesis en el recorrido de Twilight Singers y se pinta de homenaje a su amigo Ted Demme, el director de cine (Beautiful girls) fallecido de un ataque al corazón hace tres años. Dulli tenía nueve canciones guardadas, en las que vuelve a descargar tanta sensualidad como lujuria.
La disolución de una banda que aprecio me produce tristeza y decepción (por razones luctuosas también lamenté la defunción de Blind Melon ya hace años y el fin de la carrera de Jeff Buckley). La desaparición de Afghan Whigs también fue una mala noticia allá por 1999, sobre todo después de que el grupo de Cincinatti publicase un año antes el magistral disco 1965. Yo supe de ellos con Black love (1996) y fui saboreándolos hacia atrás, con Gentlemen (1993) y el primerizo Congregation (1992). Mi grado de satisfacción tomó un camino inverso. El inicial poso punk que Dulli arrastró de sus formaciones previas se deja notar en los dos primeros álbumes de Afghan Whigs, agresivos en sus guitarras caóticas pero provistos de una sábana melancólica en sus arreglos y en el elocuente torrencial de voz de Dulli. No canta bien Greg, su garganta resacosa no llega nunca a la cima, se ahoga antes, por eso gana más fuerza su mecánica de seducción mediante susurros y voces al oído. Aparece todo este encanto en el mejor aderezado Black love y se refuerza en 1965, una obra casi perfecta por la que transitan los espíritus aún vivos de Marvin Gaye y Nina Simone. Es un disco ideal para seducir y dejarse conquistar, para después acariciar y luego...
Pero ahí acabó, qué pena, Afghan Whigs. Aunque no Greg Dulli. Convenció a amigos y levantó Twilight Singers, una suerte de prolongación de su grupo anterior, no tan empañado de soul, algo viciado de psicodelia en su discreto disco de debut (Twilight), e incluso experimental en sus mejores siguientes entregas, Blackberry Belle (2002) y She loves you (2004). El primero transpira soledad y derrocha energía con canciones que se hacen imborrables cuanto más se escuchan; el segundo transforma en buen grado temas de artistas tan dispares como Billie Holiday, John Coltrane, Fleetwwod Mac o Bjork hasta hacerlos merecedores de llevar el copyright de un Dulli que les añora. En ambos trabajos colaboró el gran Mark Lanegan, cuya siniestra voz oscurece aœn más el denso paisaje musical del ex líder de Afghan Whigs (ambos se han hecho llamar Gutter Twins en esporádicas actuaciones conjuntas).
Con quien quiera que estés, keep on rockin', Greg!!!
viernes, enero 20, 2006
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1 comentario:
Lo cierto es que se echa de menos al bueno de Dulli cuando los discos de los Afghan yacen escondidos entre torres de compactos de grupos nuevos que casi nunca tienes tiempo de escuchar en condiciones. Ayer, por casualidad, descubrí el 'Amber'... y me dejó con hambre, nueve temazos cantados con las tripas... en fin, demasiado corto. Me quitó el extraño sabor de boca que me dejó 'She loves you', pero a Greg se lo perdonamos todo, ¿o no?
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