Ahora caemos todos con aquel salto, en un grito liberador antes de mojarnos. Guapos, queridos, inmortales. Inalcanzables en su magnetismo. Creíamos que vivirían para siempre. Cuando los veo así, cercanos y reales, lo pienso.
Hoy se habrán reencontrado Paul y Robert, Butch y Sundance, en lo alto del desfiladero. Buscaban un destino; en sus películas lo buscábamos nosotros. Nadie ha sido tan grande como ellos en la pantalla. El viaje ha sido una gozada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario