La Liga de los músicos sin mácula, aquella en la que ni siquiera nuestros artistas favoritos entran porque alguna vez han firmado un sonrojante patinazo, tiene plaza para Josh Ritter. Busquen alguna salida de tono, no la encontrarán en su docena de discos. El notable es la nota alrededor de la que giran sus trabajos, desde primerizos ejemplos como Golden age of radio (2001) hasta recientes diamantes como Spectral lines (2023). Poco más de un año después de este álbum, Ritter adopta una actitud igualmente reposada, si cabe más adormecida, como en la calma de un retiro, para servirnos otro buen disco, Heaven, or someplace as nice (2024).
Aunque esta vez a su nuevo álbum se le eche en falta algo de músculo y se le añore un enchufe de corriente eléctrica, Ritter se toma las cosas sin prisas, con canciones de fino trazo y elegante hechura, a las que contribuye en cuatro de sus nueve cortes el guitarrista de jazz Bill Frissell. Es en uno de ellos, Only a river (pieza que Bob Weir ya elevaba en su disco Blue Mountain), donde el disco alcanza su pico de excelencia. Ese cielo del título es quizá, el lugar donde el oyente y el propio Josh parecen sentirse con el murmullo de las cuerdas.
Nota: 7/10
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