Les damos más de una oportunidad una vez que entran en nuestro territorio, amparada por un disco que en su momento nos gustó mucho y que aún nos gusta o por un par de temas en otro par de álbumes que consideramos más que aprobados, sugerentes. Son más las reprobaciones que los beneplácitos, y aun así, con cada novedad de su carrera, nos prestamos a escuchar su nueva producción con atención y con el deseo esperanzado de que nos convenza, de que digamos por fin que ahora nos agrada este músico, que ha conseguido alcanzarme. Pues nada: los ensalzados álbumes de Nick Cave & The Bad Seeds y Father John Misty (Wild God y Mahashmashana) no nos llegan al aprobado.
Quizá es que tenemos un problema con Nick y Josh que nos impide asumirlos con el juicio despejado, cada uno por sus propias razones, parecidas en definitiva. Por el abrumador dramatismo interpretativo de Cave y sus canciones trascendentes, por la grandilocuencia orquestal de Tillman. Acabamos agotados de la gravedad de uno y de la languidez de otro, en la negrura de sus trajes. Salvemos algún punto a favor, no obstante: Wild God deja un poco de luz entre la maleza para sacudirse la depresión de los anteriores discos; Mahashmashana guarda un par de fogonazos en el repertorio que son alivio frente al tedio. Lejos del aprobado.