Un día, cuesta recordar cuándo, me dejé seducir por las brisas metálicas del trío de John Butler. Supe tres o cuatro detalles del líder del grupo, un guitarrista de los que pudiera tener una furgoneta por hogar rodante y un océano por evasión de las que dan sentido a la vida, adrenalina espiritual, allá donde las olas rompen contra las costas de Australia. La corriente se fue llevando a Butler de mis pasos, pero resulta que tras muchas muchas lunas llenas sobre el manto del mar, el hombre reaparece en el horizonte con el eco de sus guitarras acústicas, de su dobro, de un banjo y de las manos que golpean la caja y propagan sensaciones de bienestar expansivo.
Esto es lo que John Butler, esta vez sin Trio, consigue en Still searching (2024). Un trabajo instrumental más sutil, como irreal y etéreo, que los álbumes con los que acerqué a él hace tiempo, obras que conviene defender y aconsejar (Three, Sunrise over sea, Grand National... nos vamos a hace dos décadas) para quien guste de esas sociedades que el folk y el rock firman a menudo con el blues, el bluegrass y diversas tradiciones de raíz. Butler es hijo de California y ciudadano australiano, donde su música en las calles lo dio a conocer y a crear sus primeros seguidores. Su música tienes ese latido limpios de la intemperie, el contacto con el cielo, la tierra y el mar con la vibración que brota de sus guitarras.
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