Terminas de ver Nos vemos en el baño, el documental que adapta el libro de Lizzy Goodman sobre el llamado renacimiento del rock en Nueva York con el cambio de siglo, y tienes que admitir que te entran ganas de pincharte alguno de los discos de que en aquella época crearon sus protagonistas (más los de Yeah Yeah Yeahs o Interpol que los del LCD Soundsystem o The Rapture). El filme es dinámico, catárquico y también nostálgico al revivir unos años sobre los que parece que han pasado varias décadas, y utiliza como guía casi principal a aquellos mozos despeinados y molones que fueron The Strokes. Casablancas, Hammond Jr. y demás representan bien aquel arrebato desinhibido que contagió a gran parte de las bandas del momento.
El disco que les dio a conocer, Is this it (2001), con la simpleza insinuante de su portada, invita a subir bien arriba el volumen, a empujarse en la pista de baile con el tipo que tienes al lado, a darte un revolcón o meterte un colocón entre canción y canción. Tiene una osadía inteligente para un grupo tan novato al que la fama enseguida lo cogió por banda, dejó el listón muy alto y en cierto modo fue una condena que repercutiría en sus siguientes trabajas. Nunca pensé que fuera un gran disco, sino un resultón ejercicio de brío y descaro juvenil. Sí, los Strokes siempre fueron jóvenes.
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