martes, octubre 20, 2020

LIVE IN 251: BRUCE Y LA PIEL DE GALLINA


La emoción lo primero. Esta vez mi reseña del disco poco va a aportar. Me repetiría cogiendo una impresión de aquí y otra de allá (una palabra o una frase precisas), picoteando de varias críticas con las que estoy de acuerdo, todas coincidentes al señalar que el último álbum del Boss es un muy buen disco. Bruce Springsteen, para quienes somos legión tras sus pasos, para quienes le debemos los momentos más intensos del disfrute del rock and roll que hemos tenido en nuestra vida, es una entidad y un estado de ánimo que va más allá de las crónicas y la críticas, es algo y es alguien que está en nosotros. Por eso, hoy me detengo en esos instantes, mis preferidos, de Letter to you, un álbum estupendo que suena a despedida.

 

-En un minuto estás aquí, al siguiente te has ido: La fugacidad de la vida nada más arrancar el disco. En el tema más reposado, la voz susurrante de Bruce acaricia soledades y regresos: "Nena, estoy tan solo. Nena, vuelvo a casa". Con 71 años a sus espaldas, el autor ve pasar la vida en un segundo. Y luego, todo estalla.

-Janey needs a shooter: Una bomba del pasado que trae al presente toda su garra. Tema de antología. Bruce recupera esta pieza inédita de los años setenta y hacia el final, tras la descarga orgásmica de la E Street Band en el intermedio, se rompe con dolor y furia entregándose a Janey. Me caen las lágrimas.

-"Al final de la actuación no dejábamos vivo a nadie": Ghosts, una canción con la que Bruce revive a los espíritus que añora, a Danny Federici y a Big Man cuando lo escoltaban en su banda, entre otros. En un solo verso, él y su escudero Little Steven gritan el recuerdo de cuando 30, 40 años atrás, eran los dioses del escenario: "By the end of the set we leave no one alive". Qué ganas de abrazarse.

-La música en vivo: Este no es un momento del disco, es la sensación que brota del rock sudoroso y nostálgico de Springsteen y de este disco en particular. La mitad de sus canciones nos elevarían como ángeles si formáramos parte de la audiencia de un gran estadio. Y eso añoro yo, ser devorado por la música tal cual, en carne viva. La de Bruce.

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