En la casi siempre placentera rutina de pasar las páginas del periódico con un café al lado me he tropezado un par de veces seguidas con Madonna, a media mañana y por la tarde, vale cualquier ocasión para dejarse llevar por la lujuria y que la mente fantasee viciosa un rato. Ya te digo, con esta tipa así de gustosa, cómo te mira, manoseándose el cuerpo, pasándose los dedos por el pecho y flirteando alrededor de su entrepierna, las caderas y los hombros balanceantes, la travesura de sus piernas y ese cuerpazo… aún. Y la canción, vamos, que es simpática, y Austin Powers hace gracia.
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