Pues eso… tan malo como eres, bendito seas!
Primero lo notas tranquilo, un tanto domesticado aunque apegado sin remedio a su circo ambulante, a las astillas indoloras de su música. Después compruebas que hay de todo un poco en su nueva entrega, que se parece al de hace mucho tiempo y también al de hace poco, y que los trece cortes, a estas alturas, resumen a la perfección prácticamente todos los pasos que ha dado desde allá por cuando nacían los setenta, desde Asylum hasta Island y llegando a Anti-. La tercera vez ya buceas en cada canción, en los rizos instrumentales, en cada rincón melódico camuflado en coctels de ritmos, sonidos, berridos y susurros, en una voz que combina la prisa con la amabilidad, la crispación con la ternura. Y la cuarta vez que escuchas el disco, porque tu hermano te dice por enésima ocasión eso de “qué grande es Tom Waits, dios mío”, te fundes en comunión con el lenguaje de los genios.
Bad as me (Anti-, 2011), el vigésimo de su cosecha, es otra gema colosal con la firma genuina e inimitable de Tom Waits, zorro viejo, granuja, truhan, poeta del tugurio, hombre noche. Cuando acelera, se rie, se mofa y asusta (Chicago, Get lost, Bad as me). Y cuando se retira al fondo del bar en la hora de la caída y acaricia la aguja del vinilo aún es mejor, como en Face to the highway, Kiss me y ese colofón, New year’s eve, que augura el cambio de año, un paso más. Oooooooooh!
Nota: 10/10