Ryan Adams. Él de nuevo, como cada poco tiempo, pero él sin The Cardinals, la banda con la que ha firmado cuatro de los discos que ha venido publicando desde 2005. Me convenzo de que es la ausencia de este acompañamiento nada lucido lo que enciende la hasta ahora apagada trayectoria de Ryan Adams desde que empezó a grabar trabajos sin sustancia y totalmente prescindibles, desde Cold roses en adelante. Ashes & Fire (Capitol, 2011) es otra cosa, lo mejor, lo más inspirado y sobresaliente de verdad del autor de Jacksonville desde Love is hell.
Porque en él se vislumbran aires de serenidad en su faceta compositiva. Ya no necesita empecharse con canciones vulgares a granel para llenar álbumes, como en Cardinology o III/IV. Ashes & fire es reposo, contemplación, nostalgia, un sosegado Neil Young en el retrovisor, estampas acústicas y unas pocas eléctricas magistralmente ensambladas. Save me, Do I wait, Invisible riverside, Kindness… excelentes cortes de un álbum de un tipo que se reencuentra a sí mismo, o que encuentra al tipo en el que verdaderamente quiere reconocerse.
Nota: 8/10
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