Querido señor Henry,
Qué le voy a contar… no escribo cartas a mis músicos predilectos, soy un fanático moderado que disfruta con sus vicios en la intimidad. De otro modo no puedo entregarme tanto a su música. Me entusiasmo si veo su nombre en los créditos de producción de un disco que no lleva su firma en la portada porque sé que como poco tendrá esa calurosa atmósfera que humea de su mesa de mezclas y del mimo con el que afina y hace hablar a los instrumentos. Si el disco lo firma usted, entonces la expectación es mayúscula. Desde Fuse (1999) hasta este momento, sus trabajos me parecen formidables, especialmente Tiny voices y Civilians (pero es que no me puedo olvidar de Scar ni de algunas partes de Blood from stars). Y ahora nos ofrece Reverie (Anti-, 2011), un disco para soñar despierto, para embobarse con el reposo de su ritmo y el aire que ventila su música de inspiración añeja y de exquisito acabado.
Vuelve usted un poco a Civilians, a arrastrar sus versos por locales en decadencia y callejones solitarios al amanecer, a transmitirnos con su voz dramática las debilidades del corazón y el cansancio de las vivencias. Me conmueve que empiece con Heaven’s escape y siga con Odetta, que luego golpee con Sticks & Stones y salte a Tomorrow is october o se pasee sigiloso por Eyes out for you. Y que me quede pensando después, cuando la música enmudece, en que desearía yo ser músico para sentir en su propia carne el placer que a mí me produce su obra.
Gracias por su bendita música, señor Henry.
Nota: 9/10
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