miércoles, agosto 18, 2010

COMERTE

Es un día, y otro, y otro más, y al siguiente. Si me pongo a describir, daría demasiada envidia. Si me decidiera a hacerlo, tendría que detenerme a pensar qué palabras precisas escoger. Y no las encontraría, nunca daría con la exactitud, y no quiero traicionar la bendición de la naturaleza. La que nos hace tan diferentes y por eso tan fascinantes. Largo de adornos y de cabeza a la madrugada, una vaquera alzada de resaca, los hombros al descubierto y una provocación rosa en la pista de baile, rayas marineras y azul marino, los colores de tu patria y los brazos con el regusto a sol y crema, las botas camperas y la pintura del verano en la piel de la cara… Si no doy un bocado al menos, te aseguro que paso hambre. En tinieblas también consigo comer un poco de cuanto más me alimenta.

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