La verdad no se puede disimular, pero el acto de mentir entraña el arte de engañar, el placer, si cabe, de disfrutar del éxito de una trampa. Contra esas artimañas surge la figura de Cal Lightman, un sagaz e infalible científico y antropólogo que hace de su don para descifrar el significado de la gesticulación humana el oficio al que recurren los gobiernos, las agencias de investigación o las grandes empresas para detectar la mentira o lo que esconden los actos más peligrosos que cometen las personas. Así toma cuerpo cada episodio de Lie to me (Miénteme), una entretenidísima serie de intriga e investigación por la que me he dejado seducir gracias al buen ojo de un buen telespectador.
El esquema narrativo no difiere mucho del que tiene CSI, por ejemplo, es decir, planteamiento impactante, rapidez en el desarrollo y algún que otro giro sorprendente antes del desenlace. Lo que hace muy atractiva la serie Miénteme es, por un lado, la variedad de escenarios en los que se desarrollan los casos (embajadas, altas esferas, el propio gobierno, entornos terroristas, el ejército…); por otra parte, la debilidad del ser humano plasmada en argumentos retorcidos y gestos personales comunes con significados universales (odio, ira, vergüenza, temor, rabia, compasión, afecto…); también la tensión creciente que cubre cada episodio, tanto en las tramas criminales como en las relaciones personales entre los protagonistas principales; y además, el carisma encantador de un tipo como Lightman en los rasgos confiados, perspicaces, sobrados y hasta chulescos de un espléndido Tim Roth. Con su séquito ayudándole, secundado por una bellísima Kelli Williams, este fenomenal personaje, un sabio que juega a ser Dios, hace del estudio del comportamiento humano una intriga apasionante.
1 comentario:
Ya le estoy dando a la segunda temporada...
Publicar un comentario