Necesitaba una alegría y Tom Petty y sus colegas me la han brindado. Gracias maestros. Empiezan gira estos días porque tienen nuevo disco, pero una vez más no se mueven de tierra americana, Europa ni la huelen, maldita sea. El caso es que hay nueva música maravillosa que escuchar, recopilada en Mojo (Reprise, 2010), el decimotercer disco del grupo, unidos ocho años después de su trabajo de estudio anterior, con el paréntesis que supuso la resurección de Mudcrutch hace dos años. Y Mojo es una delicia, una pasada, la leche, la de Dios y todos los santos. Por eso casi no puedo escuchar nada más que esto durante estos días.
Por supuesto que no podían fallar los Heartbreakers (casi nunca lo han hecho), estrellas rutilantes de un conjunto de canciones empaquetadas con espontánea artesanía. Mojo irrumpe distinto entre el rico legado de Petty & Co., cercano a Mudcrutch (el disco), demás arrimado al blues, como demuestra su apertura, seguida por un trío de canciones espectaculares (First flash of freedom, Running man’s bible y The trip to pirate’s cove), de nuevo amigado a los territorios blueseros próximos a Muddy Waters, desviado por los paisajes americanos (Lover’s touch) y embarcado en viajes de exploración por carretera (Let yourself go), con enternecedores dulces (No reason to cry) y una fantástica pirueta de pulso reagge (Don’t pull me over). Y en eso estoy, de un lado a otro de de este álbum que te reconcilia con todo. Un disco bárbaro.
Nota: 9/10
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