Taking Woodstock (con el título Destino: Woodstock en las carteleras españolas en las que ha tenido la oportunidad de figurar) es la última película de Ang Lee, de 2009. La esperaba con bastante interés y me fastidió que no estrenase en mi ciudad. Unos pocos meses después he tenido la ocasión de verla y… después de tanta expectación… también la de sentirme decepcionado. Quienes queríamos ver un relato costumbrista ambientado en los días previos al macroconcierto histórico de Woodstock en 1969 y a los tres largos días de paz y música en los que la lluvia convirtió la cita en un acontecimiento todavía más memorable, con algún buen momento musical incluido, nos hemos encontrado con la insípida recreación de cómo un par de familias judías acogieron a miles y miles de jóvenes hippies desde todos los rincones de los Estados Unidos y prestaron sus tierras para la celebración del concierto, lo que provocó el consiguiente rechazo de sus conservadores y bienpensantes vecinos del norte del estado de Nueva York.
Una pena, porque Ang Lee, cuya mejor obra creo que seguirá siendo durante mucho tiempo Brokeback Mountain, le da a la historia un tono distante por mucho que se esfuerce en acercarse a unos personajes sin ningún tipo de encanto. Algunos apuntan detalles nunca bien aprovechados y acciones y situaciones que acompañaban a aquellos días (experiencias con las drogas, homosexualidad, trastornos como consecuencia de la guerra de Vietnam) se presentan simplonas y carentes de profundidad. Al final queda una buena reconstrucción de la época, un bonito aunque escaso score de Danny Elfman y unos cuantos clásicos del rock de CSN, Grateful Dead o Canned Heat bien empleados y siempre bien recibidos.
1 comentario:
HABRA QUE VERLA, para poder criticarla, pero por lo menos a nivel músical puede que prometa.
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