London calling (1979-1980), con su música y sus imágenes, se entendió durante tiempo como el espejo del punk (Sex Pistols aparte, quienes por mi parte no merecen ni que vuelva a escribir su nombre aquí). Más que el aspecto transgresor de la portada de este álbum y la implicación política de las letras del grupo, yo encuentro una mentalidad plenamente punk, rompedora y descarada en la variedad de registros que guarda este singular disco, un disco que para mí no es punk, en el sentido en el que golpeó este estilo cuando brotó de la insatisfacción de la sociedad británica a mediados de los setenta. Se ha escrito mucho de esta obra, extensa bibliografía, así que poco puede aportar este oyente y cronista que no se haya dicho ya. Sólo añado, ahora que he vuelto a escuchar London calling, su furia malencarada, sus ritmos contagiosos y su polifacético estilo, lamento no haber vivido como si hubiera sido algo más reciente el momento de su gestación. Entonces comprendería mejor por qué aquel punk, rock, ska, reggae y disco tan bien batidos impactaron como una bomba.
La revista Rolling Stone consideró este disco como el octavo mejor de la historia. ¿Y por qué no el séptimo o el noveno? ¿O el 65? No creo que merezca estar tan arriba. Pero qué más da si ahora se puede seguir disfrutando tanto todavía.
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