Esta canción y el álbum que la contiene, del mismo título, me transportan a momentos en que los discos se descubrían desenfundándolos en las tiendas por cortesía del tendero y se pinchaban en el tocadiscos nada más llegar a casa, cuando de las bandas sabíamos por artículos en revistas de papel y en los recreos hablábamos de su música, una música que nos atrapaba durante días, semanas, meses. U2 se ponían a las órdenes de Brian Eno y Daniel Lanois en aquella casa con forma de castillo para grabar un álbum que se ubicaría entre la fiebre de la inocencia y el vigor del éxito, una de las obras de su colección que más crece mientras baja la arena del reloj. Por The unforgettable fire fueron una vez, durante mucho tiempo, el grupo de nuestra vida.
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