lunes, septiembre 27, 2021

BOOTLEG SERIES 101: I'LL BE YOUR MIRROR

No sé a ustedes, a mí no me ha gustado este tributo. Vuelve por tanto ese debate sobre las formas en que se ha de rendir un homenaje en esto de la música. 


O soy yo o es el disco homenajeado, el célebre plátano de la Velvet, los que hemos cambiado desde la primera vez que nos conocimos. Ambos, tal vez. Verán, en su día yo tendría una edad que rebasaba la adolescencia y ya habían pasado más de dos décadas desde que Andy Warhol había envuelto en monda de plátano a la Velvet Underground y a la gélida alemana Nico Päffgen. El disco me gustaba más por lo que hacía resbalar ella de su voz pétrea que por los trotes y galopes de Lou Reed y compañía, aunque me dejaban traspuesto piezas como Venus in furs y, sobre todo, el chute de Heroin. Con lecturas y escuchas posteriores comprendí mejor el alcance de aquella vanguardia inspiradora.

Así que ahora, mucho tiempo después, toca reintrepetar el disco aquel con variada alineación en sus créditos. Escójanse una docena de nombres que cuyos estilos encajen con la música zigzagueante de la Velvet, mejor que sean de buena presencia y reconocido respeto en la última década, atrevidos, extravagantes, ruidosos, algún peso gordo que pasase de refilón por aquellas fiestas lisérgicas de la Factory. La elección me parece coherente, sin que me chirríen Michael Stipe con Sharon van Etten, Kurt Vile con Andrew Bird, pero la ejecución da cuerpo a un álbum de mucha pompa y escasa sustancia, tan aburrido como olvidable (¿lo es el plátano de Warhol, tanto tiempo después?).

Salvamos a Matt Berlinger con Waiting for my man y a Kurt Vile & The Violators con Run Run Run. Destrozamos a St. Vincent con All tomorrows parties y a Courtney Barrett con I'll be your mirror. El resto (Iggy Pop, Van Etten, Stipe, Thurston Moore, Fontaines DC, Bird, King Princess) se pierde en la bruma del tiempo que nos cambia.

miércoles, septiembre 22, 2021

LA MÚSICA NO ES LO MÁS IMPORTANTE

Debería extenderme en hablar de este libro. O no, mejor que cada uno lo lea y se entregue a extensas reflexiones. Conviene extraer de su lectura muchas conclusiones sobre cómo somos o cómo la música nos hace y nos va cambiando. O quizá no, solo unas pocas verdades con las que nos sintamos plenamente convencidos. La música es importante, desde luego. O no, no lo es tanto. Depende, según. Contradicciones. Sí. Nuestra música querida nos ha llevado por un mar constante de síes y noes, de dudas y certezas, de adoración y rechazo a lo largo de los años que vamos cargando encima, incluso para el mismo concepto, el mismo grupo, un mismo disco, ese mismo género.

Uno siente un manguerazo de limpieza cuando lee La música no es lo más importante (Libros.com), aguda, certera y entrañable reflexión confesional que el periodista y compañero Javier Becerra hace de las contradicciones que en sus más de cuatro décadas de exploración han puesto molde a su pasión por la música, en tiempos enfermizos de fanatismo o en reposados años de tolerancia. Lo dicho, podría detenerme en muchas de sus ideas y planteamientos, que bien merecen como poco ser meditadas con la misma sensatez con que son expuestas, pero son tantas las dianas en las que Becerra da en el centro que animo a descubrirlas, y muy probablemente compartirlas, con la dedicación a estas páginas. Porque en sus capítulos, guiados por la estela de las experiencias personales con la música, el autor se cuestiona sobre el criterio, el nivel de exigencia, la actitud rockera, la autenticidad indie, las masas consumidoras, la devoción del fan y el poder maravilloso de las emociones que provoca la música... de Joy Division a Xoel López, de los Héroes del Silencio a Camela, de Los Planetas a Iron Maiden.

No son pocas las conclusiones que uno mismo puede guardarse tras leer esta abierta y a la vez íntima confesión. Quédense con esta como guía: disfruten de la música, no la hay buena ni mala, respeten los gustos de los demás y no se crean mejores; la música no es lo más importante de nuestras vidas, no, pero está siempre ahí y la necesitamos.

domingo, septiembre 19, 2021

VOLUME ONE 579: FROM DREAMS TO DUST (THE FELICE BROTHERS)


La relación que tenemos con las bandas que nos gustan mucho al comienzo de su andadura suele llevarnos a diversos grados de aceptación. La siguiente evolución es recurrente: éxtasis en el descubrimiento, indiferencia por decepción en los años de maduración, acogedora reconciliación cuando el grupo se aproxima a la mayoría de edad. Sirve para resumir, por ejemplo, mis vínculos con los hermanos Felice. Estamos de celebración entonces, porque From dreams to rust (Yep Roc, 2021), noveno álbum de su historial, asienta a la familia en una tercera fase de refrescante inspiración.

Permitan un rápido repaso. Ian, James y Simone se criaron en las montañas Catskill y tras haber mamado el sabor de las raíces del folk en los entornos rurales que moldean los perfiles de la Americana se recorrieron calles y estaciones de metro de Nueva York para saber hasta dónde podían llevarles sus guitarras, percusiones sencillas y un acordeón. En aquella música, tosca a veces, descuidada y a ratos festiva pero de fuerte sentimiento, confiaron para dar forma a unos primeros discos que, impregnados de polvo y campo, parecían revivir a The Band y a aquellos meses de encierro con Bob Dylan en Big Pink. 


Con Celebration, Florida (2011), apostaron por el riesgo de la experimentación y el disparo salió muy torcido. Fue en ese momento, sin Simone a bordo (bien asentado con The Duke & The King y poco después en solitario), cuando The Felice Brothers se me resbalaron, se oscurecieron el tiempo que duró un par de insulsos discos más. Undress (2019) y ahora From dreams to dust devuelve a Ian y James con un nuevo grupo de acompañantes, retirados en una vieja iglesia que les ha servido para grabar un disco y revestidos por una seguridad en sus canciones que revitaliza la nobleza de sus primeros años con mayor brío sonoro. Ahí están Valium, Inferno, Jazz on the Autobahn o We shall live again para demostrarlo.

Nota: 8/10

miércoles, septiembre 15, 2021

SOUNDTRACK 262: MODERN LOVE, 2


El amor es único y universal, tanto da cómo se exprese y manifieste, cómo surja y cómo perdure, a quién o a qué se ame, cómo nos haga reír o llorar. Nos lo recuerda de nuevo la serie Modern Love en su segunda temporada, en otros ocho capítulos para vernos retratados tal cual somos cuando el amor pilota nuestras vidas. Si la primera entrega contenía un par de episodios sobresalientes y deliciosas historias, la segunda alcanza la misma altura e incluye un capítulo, el primero, que se eleva a la categoría de absoluta obra maestra. John Carney (Once, Begin again, Sing Street) comanda la serie para Amazon y dirige tres piezas, las tres que salen de Nueva York y estrenan como escenarios Inglaterra e Irlanda, allí donde Minnie Driver y un coche (y Van Morrison) nos abrazan con fuerza al curso caprichoso de la vida.

 

Todo brilla en Modern love: actores nuevos y viejos, guiones ágiles que evitan lo convencional y la reiteración, personajes admirables (la humorista exitosa y su amigo del alma, el soldado traumatizado, la pareja separada que se reencuentra, la noctámbula, los desconocidos que conversan en un tren y esperan volver a citarse cuando ese virus extraño pase de largo... y Minnie Driver y su coche, por dios). Un consejo: engánchense quienes aún no lo han hecho.

domingo, septiembre 12, 2021

BOOTLEG SERIES 100: THE SAND BAND


He tenido un flechazo. Quiero conocer más sobre The Sand Band y muy poco encuentro. El único álbum que grabaron, All through the night, cumplió una década este año y el grupo ha editado su edición por el décimo aniversario. Hasta aquí han llegado y nada más. No hubo más estudio, sus miembros fundadores se dispersaron para girar o tocar con otras bandas y pocas veces más se han vuelto a juntar. Me quedo con ganas. Surgieron de Liverpool y aquel primer disco posee un eco embriagador que te deja ligero y adormecido por la hipnosis. Es uno de esos álbumes con los que uno desconecta de cuanto tiene alrededor, en los que se pierde en el balanceo de capas de voces insinuantes y guitarras dramáticas. Pienso en unos Twilight Singers arenosos, incluso en unos Oasis ralentizados. Me dejo llevar.

miércoles, septiembre 01, 2021

GREATEST HITS 280: THUNDERSTRUCK (AC/DC)

(Septiembre de descanso. A quienes se pasen por este blog les dejo una selección de canciones para que la música les dé buena compañía un rato. Hasta pronto.)

Cuenta atrás.

Diez...

A mí no me gusta AC/DC, pero Thunderstruck le encanta a mi hijo, que se quita la camiseta siempre que suena la canción y agita la cabeza. Se me acaba pegando, qué duda cabe, y hasta gustando un poco. Thunderstruck. ¡Viva el rock and roll!

 

GREATEST HITS 279: SAVE ME (AIMEE MANN)

Nueve...

Aimee Mann era una desconocida para mí antes de Magnolia, poderoso film coral para el que su director, Paul Thomas Anderson, pidió canciones a la chica. Save me, nominada al Oscar, conmueve tanto como la película mientras Aimee acompaña a sus personajes.

 

GREATEST HITS 278: ONCE (LIAM GALLAGHER)

Ocho...

A la final de un campeonato de chulos los dos llegarían empatados por méritos. En el desempate apostaría por Eric, el rey Eric del ManU, un futbolista como ningún otro. Subcampeón Liam, épico incluso lejos de su hermano: véase y escúchese, Once.

GREATEST HITS 277: SHOUT (TEARS FOR FEARS)

Siete...

Mis recuerdos más lejanos ante la tele viendo videoclips se van a Tears for Fears, dos guapetes bien peinados gritando al cielo y al mar en los acantilados, allá por 1985. Roland y Curt sabían lo que hacían, aunque apenas me engancharon más allá de esta canción.


GREATEST HITS 276: TELL ME IF YOU WANNA GO HOME (KEIRA KNIGHTLEY)

Seis...

A John Carney le agradecemos que la música guíe sus películas: una guitarra en cada paso y en cada calle, el veneno de las canciones. En Begin again nos hacía frágiles y cualquier ñoñería en boca de Keira Knightley nos parecía una delicia.

 

GREATEST HITS 275: MY MOON MY MAN (FEIST)

Cinco...

Esta mujer, Feist, me ha cogido alguna vez por la solapa, tierna o vigorosamente, para arrojarme dentro de sus canciones. Como a esta. Su música se abre a lo imprevisto, es tan cómoda como inquietante. Y así me siento paseando por este aeropuerto.

 

GREATEST HITS 274: I'M ON FIRE (BRUCE SPRINGSTEEN / THE STAVES)

Cuatro...

Un caramelo sobre el deseo, la atracción; sobre estar ardiendo, sentirse cachond@, perder la cabeza y recuperarla a tiempo. Primero fue Bruce, un mecánico acalorado. Mucho después, tres hermanas con una versión que flota en la pasión de la noche.

 

GREATEST HITS 273: SHINE (DAVID GRAY)

Tres...

Lo hemos dicho alguna vez: Aquella bonita película, El amor de este año, me dio a conocer a David Gray. Esta es de sus primeras canciones, hermosísima, como si se la hubiera robado al mismísimo Van Morrison. Después, el bueno de David nunca ha fallado.


GREATEST HITS 272: DANCING QUEEN (ABBA)

Dos...

Sí, Abba tienen una canción superior a todo cuanto cantaron, un tema que aún desprende una nostalgia inocente de no sé muy bien qué: ¿la juventud, la pureza, la alegría, el despertar? Qué guapas eran ellas, las reinas del baile.


 


GREATEST HITS 271: ANOTHER BRICK IN THE WALL (ROGER WATERS)

Uno.

Y esta canción, como la de más arriba en esta serie vacacional, también le encanta a mi hijo. La canción de los niños, dice. Yo a veces también creo que no hay en el mundo otra canción mejor que esta de Pink Floyd, que se te mete en el cuerpo y te saca los huesos en esta versión espectacular de Roger Waters.