sábado, marzo 16, 2019

DANGER SOUND

Me parece curioso, sin ánimo de reproche, advertir cómo algunos músicos que en el momento en que surgieron o explosionaron apelaron a la aspereza de su rock para convertir en (efímera) tendencia la escasez instrumental o la contención expresiva (con cierta furia y efectivo impacto), pasado un tiempo han acabado rendidas a la incorporación a sus nuevos trabajos de capas sonoras que en su día eran impredecibles. Apuestas, por cierto, que no ensombrecen el conjunto de su obra, sino que la abrillantan, opino. Me apoyo en dos ejemplos para apuntar esta evolución, discutible si se quiere, en ambos casos con la presencia del mismo factor: Danger Mouse.

Porque el músico y productor neoyorquino está detrás de los últimos cuatro trabajos de The Black Keys y del álbum en solitario de Karen O, vocalista de la banda Yeah Yeah Yeahs. Una cualidad que tenían en común estos grupos cuando empezaron fue su parquedad, un sonido óxido y sin adornos que resultaba también cautivador. ¿Era art rock, o una nueva ola de punk rock aquello que salía de Rubber factory o Fever to tell? Llámese como se quiera. ¿Son art rock también discos como El Camino o Lux Prima, esta la obra de este año que firman Karon O y Danger Mouse


Los Black Keys han prolongado su carrera de forma inteligente, con renuncias a esencias originales o, en todo caso, maquillajes resultones, con lo que han ganado presencia y público y seguramente perdido gran parte de la antigua audiencia que los había venerado y hoy tacha de vendidos. La chica, por su parte, cada vez con más lustre y finura en los álbumes de su banda, ahora se viste de sofisticado enigma para poner voz a un álbum atmosférico, no redondo, envuelto en psicodelia electrónica al que Danger Mouse ha sabido dotar de misterioso clima.

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