lunes, septiembre 29, 2014

EL DIQUE DE MI BAHÍA (SIN OTIS, CON LUCINDA)


Hace muchos veranos mi bici me llevaba allí todas las tardes de cielo abierto. La apoyaba en las rocas y me tumbaba en una de ellas con un libro, una edición entonces nueva de Servidumbre humana. Me acompañaban los gatos, huidizos siempre de quienes invadíamos su territorio. Éramos unos cuantos los que no faltaban a su cita con el sol. Dos o tres horas cada día y de vuelta a casa… Al ritmo de una vez al año vuelvo al dique. Hoy lo he hecho en un paréntesis entre rachas largas de rutina y trabajo, en un suspiro previo a la revolución que se aproxima en el horizonte, para dejarme saludar por el sol hogareño y el calor tibio de finales de septiembre. Un largo paseo, reposo en un banco, otros gatos, otro libro, y música. No, no era Otis Redding en el muelle de mi bahía, sino Lucinda Williams encaramada en las nubes.

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