lunes, septiembre 29, 2014
EL DIQUE DE MI BAHÍA (SIN OTIS, CON LUCINDA)
Hace muchos veranos mi bici me llevaba allí todas las tardes de cielo abierto. La apoyaba en las rocas y me tumbaba en una de ellas con un libro, una edición entonces nueva de Servidumbre humana. Me acompañaban los gatos, huidizos siempre de quienes invadíamos su territorio. Éramos unos cuantos los que no faltaban a su cita con el sol. Dos o tres horas cada día y de vuelta a casa… Al ritmo de una vez al año vuelvo al dique. Hoy lo he hecho en un paréntesis entre rachas largas de rutina y trabajo, en un suspiro previo a la revolución que se aproxima en el horizonte, para dejarme saludar por el sol hogareño y el calor tibio de finales de septiembre. Un largo paseo, reposo en un banco, otros gatos, otro libro, y música. No, no era Otis Redding en el muelle de mi bahía, sino Lucinda Williams encaramada en las nubes.
jueves, septiembre 25, 2014
SOUNDTRACK 156: MASTERS OF SEX (I)
El sexo lo ocupa todo: conversaciones, pensamientos, fantasías, sueños… publicidad, cine, ciencia, evolución, el curso de la vida… El sexo es el hilo conductor, y también una excusa, para hablar de amor, más bien de falta de amor, en la serie Masters of sex, magnífica producción del canal Showtime que vemos en España desde hace un año y cuya primera temporada (la segunda ya va avanzada) acabo de digerir.
Estamos
a mediados de los años 60. Oh oh, el sexo aún es un tema delicado, tabú de retrógrados
e hipócritas, un pecado. Michael Sheen y Lizzy Caplan (espléndidos ambos) son
un ginecólogo y una psiquiatra que en el entorno de un hospital privado y de
forma un tanto clandestina estudian el comportamiento de los humanos cuando
practican sexo a través de contactos entre parejas voluntarias y prácticas
individuales. Él es concienzudo, exigente, egoísta, desagradable, insensible,
cobarde. Ella, separada y con dos hijos a cuestas, es valiente, entregada,
comprensiva, leal, una mujer atípica, adelantada a su tiempo
En esta
serie hay mucho sexo (bien filmado, con sutilezas y sin zafiedades) y muy poco
amor (mostrado a distancia y fríamente). Sí hay afecto, necesidad, aprecio,
necesidad, cariño, pero los personajes no se aman demasiado en realidad. Buscan
respuestas, estabilidad y comprensión, en el fondo ese amor ausente que no se
atreven a pedir o a ofrecer con libertad. En el primer capítulo ocurre de todo,
da para una película; después la trama se va dilatando, abriendo vías sugerentes
sin perder un gramo de intriga, emoción, elegancia. Como debe ser el sexo.
lunes, septiembre 22, 2014
GREATEST HITS 165: NORTHERN SKY (NICK DRAKE)
Fascinan ciertos mitos místicos de la cultura pop y el ‘animalario’ rock: músicos fracasados, autores malditos o personajes marginales olvidados en vida y resucitados post mortem o desde el más cruel de los olvidos. Tres ejemplos dispares: Peter Green, Rodríguez, Daniel Johnston. Sus biografías, en algunos casos, tienen más valor que su legado musical. Nick Drake, del que se cumplen 40 años de su suicidio, entra en este grupo. Depresivo, misterioso, sensible, fatalista, incomprendido. A día de hoy sus canciones siguen sin cautivarme tanto como el enigma de su personalidad o las razones que le llevaron a borrarse del mundo.
Pero hay excepciones: Northern sky es un bonito tema, una postal sonora que nos mueve a prados mojados por el rocío, bosques donde el silencio es la conquista que nos hermana con la naturaleza.
miércoles, septiembre 17, 2014
SOUNDTRACK 155: SENTIMIENTOS DE LA HUMANIDAD
Hubo veces en las que el cine me dejó sin ganas de volver a ver películas. No me satisfacían, me hartaban o no conseguía yo encontrarles virtudes a su lenguaje ni a sus presumibles encantos. Solía ocurrir tras una racha de mediocres, malas o inútiles películas. Otras veces el cine y todo su poder, su conexión tan íntima con la vida, me quitan las ganas de ver más películas porque me cuesta pensar que encontraré otras tan buenas, tan inmensas como las últimas que he disfrutado.
Momentos: un
padre que explica la grandeza de una canción de Wilco o regala la genialidad de
los Beatles; un baño en la montaña; una partida de bolos; un corte de pelo que nos
hace parecer ridículos; fotografías; una bronca de mamá; un amanecer en una
azotea; preguntarse de qué va todo esto; una canción dedicada a un chico que ha
crecido; los viajes de la vida. El tiempo y los momentos nos explican.
El cine. Alguien
ha tenido la brillante idea de reponer el mayor homenaje al propio cine que el
cine ha brindado. Mis lágrimas me nublaron la vista hace 25 años delante del
televisor. Ahora también en pantalla grande. Crecemos pero seguimos siendo
vulnerables. Por amistades eternas y pasiones inmortales. Por un haz de luz que
sale de la boca de un león de piedra y cuenta una historia sobre una sábana
blanca. Por la búsqueda del amor. El tiempo que pasa.
Boyhood y Cinema
Paradiso. Patrimonio de la Humanidad. ¿Hay algo mejor?
domingo, septiembre 14, 2014
VOLUME ONE 340: SONGS OF INNOCENCE (U2)
Hoy ya no solemos pinchar la cara de un vinilo y darle la vuelta, pero sí lo hacíamos cuando todos éramos más inocentes, cuando Boy, War, The Joshua Tree, Achtung Baby… Qué bien sonaba, que bien suena todo aquello. La cara A de Songs of innocence (2014), hasta el quinto tema, es muy floja. La cara B, desde el sexto hasta el undécimo, es muy buena. Así que por un lado el disco, al acabar de escucharlo, te deja un buen sabor de boca; y, por otro, te da un poco de pena.
Pero estos son unos U2 desperezados,
enchufados, que suenan briosos y convencidos. El rock de la sangre aflora en el
envoltorio que comparte con el pop. El intento por volver al pasado (letras
nostálgicas y personales, ambientes retrospectivos) con las herramientas del
presente (varios productores con nombre, sonoridades contundentes y recargadas)
es loable pese a que la esencia originaria, la del siglo pasado, ya no la recuperemos.
Calma, no es necesario afilar las cuchillas.
Fueron otros momentos. Son
otros momentos. Centrémonos en la música, en la creación que tanto amamos, para
dar la bienvenida de regreso a U2. Solo música, solo estas 11 canciones (sin
futuros añadidos) que en cierto modo devuelven al grupo a su inocencia (sobre
alfombras de millones de dólares).
De la prescindible primera
mitad me quedo con el tercer corte, California, y algunos momentos del primero,
The Miracle (of Joey Ramone). Every breaking wave dice poca cosa pese a su prometedor
arranque. Song for someone y Iris (hold me close) son piezas blandas y banales.
Otra cosa es a partir de Volcano: bajos con garra, guitarras poderosas, fuerza vocal,
delicadeza climática.
Lo mejor: Cedarwood Road y
Sleep like a baby tonight y la nostalgia de la infancia, el crecimiento y el
romance con el rock. Lo peor: sonoridades de estadio, refuerzo de coros, huellas
de insignificancia reciente en los primeros temas.
No se han ido. No están
acabados. Songs of innocence es una pequeña victoria de U2 en su lucha consigo
mismos.
Nota: 7/10
viernes, septiembre 12, 2014
GREATEST HITS 164: THE FLY (U2)
Esta elección serviría para el apartado ‘grandes canciones de grupos que dejaron de ser grandes’. Bueno, pero siguen ahí…
Uf, ha
llovido. Aún éramos críos: gafas de mosca, ropas de cuero, viaje en tren a San
Sebastián, diez horas en primera fila en Anoeta, coches colgando, pantallas de
televisión, Bono a unos pasos. Entonces la música de U2 era muy grande.
jueves, septiembre 11, 2014
VOLUME ONE 339: LULLABY AND… THE CEASELESS ROAR (ROBERT PLANT & THE SENSATIONAL SPACE SHIFTERS)
El adelanto, hace un par de meses, resultó prometedor; el disco, ahora completo, no resiste una segunda escucha. La apuesta de Robert Plant, a sus 66 años y en compañía de una poblada banda, The Sensational Space Shifters, es la siguiente: se vuelve a recoger, como en trabajos recientes, tras una música de aura enigmática recargada de adornos (percusiones acolchadas, guitarras punzantes, grabaciones ambientales entrelazadas, exóticos velos de folk y música africana) y bañada con espesas capas de sonido psicodélico. En el fondo, pese a una apariencia de ecos ambiciosos, se distingue a un autor acomodado. Se aprecian algunos buenos temas (Rainbow, Turn it up, House of love), pero no dejan sustancia. Lullaby and… (Nonesuch, 2014) se pierde en el sueño.
Nota:
5,5/10
domingo, septiembre 07, 2014
GREATEST HITS 163: I’D RATHER GO BLIND (ETTA JAMES)
"Whoo, I would rather, I would rather go blind, boy
Then to see you walk away from me, child, no”
Hay
canciones gigantescas en frascos pequeños, inmensas en la voz y la interpretación
de artistas únicos. I’d rather go blind solo dura dos minutos y medio y deseas
que no termine nunca cuando la canta Etta James. Hay muy buenas versiones, como
la de Clarence Carter o la que ofrece Beyonce en la película Cadillac Records,
donde da vida precisamente a Etta. Fue grabada en los estudios Fame de Muscle
Shoals en 1967 y hoy conserva intacta toda su emoción. Escribir sobre el dolor
que causa lo que se acaba nos brinda obras maestras como esta.
martes, septiembre 02, 2014
VOLUME ONE 338: RYAN ADAMS (RYAN ADAMS)
El rock. ¿Qué es el rock? Del rock hablamos, lo sentimos, pero no lo definimos. No se puede, no tiene forma ni color. El rock es de cada uno. Hoy para mí es Ryan Adams, el último disco de Ryan Adams. Mañana ya veremos.
El rock
es hoy esto. Son guitarras crepitantes, teclados vaporosos, voces puras,
interpretación auténtica, un talento que bendice a unos pocos, huellas
profundas. Es caminar con canciones bellas y poderosas junto a los oídos,
llevarse la mano a la cintura y dibujar un guitarrazo en el aire, seguir
avanzando con los ojos cerrados poseído por la música.
Ryan
Adams (Blue Note, 2014) eleva al autor a las cimas a las que apuntaba cuando
empezaba la pasada década con Gold y Rock N Roll. Lo di por perdido a partir de
2005 con discos para el olvido durante cinco años. Se emborrachó de codicia
creativa, hizo el imbécil, cayó preso de las estupideces que también tiene el rock.
Ashes & fire lo enchufó de nuevo en 2011. Ryan Adams rebosa luz ahora. De
principio a fin este disco, con ecos de un joven Tom Petty, el rastro más lucido de Whiskeytown y ramalazos
ochenteros incluso, es sensacional.
Nota:
9,5/10
BONUS TRACK 134: HEY JUDE (WILSON PICKETT)
De
Wilson Pickett tuve consciencia cuando ansiaban su presencia en Dublín y lo tenían
presente de inspiración los músicos de la película The Commitments, de Alan
Parker. Hablamos de 1991 y mucho me faltaba entonces por conocer. Después Wilson,
un tipo un tanto malvado, caótico y conflictivo en su vida, agresivo e intenso ante
el micrófono, fue apareciendo en colecciones de soul-rock de iba comprando y
consiguiendo. Ahora paseo por algunos de sus discos, reliquias de media hora grabadas
entre mediados de los sesenta y mediados de los setenta que suenan de maravilla.
Hey Jude (1969) es una de ellas. Sitúa A Pickett en los estudios Fame a las órdenes
de Rick Hall y Tom Dowd. Sonido robusto, perfecto, por tanto. Duane Allman
pasea sus dedos por el mástil en la versión del tema titular, una muy buena versión
del clásico de los Beatles. Lo demás está a la altura. Suda el alma rockera y diabólica
de Wilson Pickett.
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