domingo, abril 06, 2014

SOUNDTRACK 148: THE WIRE, 5ª Y FINAL


De un lado y de otro he oído y leído que The Wire es la mejor serie de televisión. No me atreveré a ratificar tal juicio porque series hay miles, y espectadores, gustos y valoraciones hay infinitas. Yo tengo mis series favoritas, unas cuantas (y si tuviera tiempo para ver más, apuesto a que engordaría la lista), y desde luego The Wire está entre ellas. No diré por tanto que es la mejor, pero sí que es una obra prodigiosa que trasciende de los límites de la televisión, una serie cruda y descorazonadora que se te queda en las tripas crujiendo sin poder digerir más bocado, una serie sobrecogedora en su fondo y brillante en su forma. Sublime. La hostia.

A mediados de 2010 dejé inconclusa The Wire. Acababa de ver la cuarta temporada, la que incide en las miserias del sistema educativo de Baltimore mientras las mafias aún dominan las esquinas, los policías pierden presupuesto para cumplir con su trabajo y los jóvenes políticos venden sus ideales para acomodarse a cualquier precio en las instituciones. Entusiasmado como siempre al finalizar cada temporada (cada episodio en realidad), me propuse no tardar en enfilar la recta final, en la que sabía que la prensa tendría un protagonismo capital. Pero mi vida encaró otros caminos, me trasladé a otro país durante medio año y luego regresé; seguí trabajando, enlacé nuevas experiencias, nuevas series de televisión también. Y hace poco me dije que no podía tardar más con The Wire y al fin la terminé.

He sentido que no ha pasado tanto tiempo, que todos sus personajes y sus historias entrecruzadas con aplastante naturalidad, dejándote siempre en el filo de la indignación o al borde del desaliento, me han estado esperando, a pesar de que la serie dejó de emitirse hace seis años. McNulty, Bubbles, Carv, Prop Joe, Bunk, Lester, Daniels, Kima, el puto Marlo, Chris y Snoop, Omar… Y he vuelto a disfrutar, pese al desencanto de su huella, con la terrible Baltimore y sus esquinas ruinosas, el imperio de crimen y el vicio del poder extendiéndose por las venas de una sociedad que huele a podredumbre y decepción. ¿Obra maestra? Diría que sí.

No hay comentarios: