sábado, noviembre 16, 2013

SOUNDTRACK 136: FRIENDS, MI VERSIÓN


Qué más puedo decir… Yo también quedé atrapado. Pero más allá de las gansadas inverosímiles de Joey, los numeritos infantiles de Ross, las manías desquiciantes de Monica, los caprichos pijos de Rachel, los arrebatos surrealistas de Phoebe y las ironías puñeteras de Chandler, me quedo con la inocencia de todos ellos, la bondad, la lealtad, el calor, el humor y el amor de los amigos… tan difícil (o no) de poner en práctica.

Friends fue, y es aún, una de las comedias más populares de la historia de la televisión. Creó una adicción que se transformó en estrecha fidelidad de su audiencia y juntó a amigos ante el televisor para seguir las andanzas semanales de sus personajes o hacer maratones en tardes y noches sin fin. Cuando me planté ante la tele el día de su estreno en España, en 1995, sus personajes me parecieron idiotas, inmaduros, antipáticos e imposibles. No vi más de dos episodios y cuando después me tropezaba con ellos al cambiar de canal no esperaba ni a que terminara el chiste. La serie duró diez temporadas, hasta 2004.

Mucho tiempo después, circunstancias de la vida mediante, fui viendo episodios salteados. Este año regalé la serie completa y en menos de doce meses he visto por orden sus 238 capítulos. Son una estupenda terapia para terminar el día olvidándose de las horas agrias y tareas vacuas que depara, una vía de escape hacia una ficción cercana, de apariencia un tanto idílica y a veces improbable pero en el fondo entrañable y familiar como la vida misma. Con el paso de las temporadas a los personajes les di primero dando mi aprobación y después les encontré la gracia. Acabé escuchando mi propia carcajada en algún momento de cada episodio y, todavía mejor, escuchando la mejor risa del mundo a mi lado.

Quizá cuando pise New York me acerque a la esquina de Bedford con Grove y mire al edificio de cinco plantas con la ilusión de esperar a que Ross, Joey, Monica, Chandler, Phoebe o Rachel me saluden desde una ventana. Salud, amigos.

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