Llevas más de una semana
lejos de casa, le has pisado hasta 2.000 kilómetros
al norte y luego al sur, has clavado chinchetas en lugares a los que quizá no
vuelvas más, paisajes, pueblos, castillos, fortalezas, playas y ciudades que al
menos una vez en tu vida querías respirar…
Llevas más de una semana sin
escuchar un disco nuevo (quizá te compres alguno en una de tus paradas), sin
pasear con la música encima, solo al final del día regresas a tus vicios, a una
vieja película que te gusta compartir, a una serie de televisión que al final
de todo te acabará gustando…
En otro país, lejos de casa, te
has olvidado del trabajo y de tu ciudad (salvo cuando vibra el teléfono de tu
copiloto y no se resiste a responder), de leer la prensa y de preparar las
noticias que puedas contar, de pasear al perro… Pero no te has olvidado de quién
eres cuando de repente escuchas a alguien decir, como solo dicen en tu tierra,
en tu hogar, eso de “bua, neno”.
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