Llevaba un tiempo de rebajas, como unos ocho o diez años. ¿Quién sabe por qué? Engrosando la cuenta corriente con cualquier cosa y sin mucha exigencia, ahora que el cine también encoje los sueldos. Trabajos para olvidar, personajes grises, parodias de sí mismo, registros grotescos. The Score (2001), Flawless (1999) y Ronin (1998) fueron lo último en dejar cierta huella en el sólido piso que asienta su carrera. Tambaleado con nimiedades o estupideces se ha vuelto a levantar en la piel de un tipo normal, haciendo de viudo jubilado en busca del calor añorado de sus hijos.
Todos están bien (2009) es un remake de Todos están bien (1990), una magnífica historia filmada por Giuseppe Tornatore que el cine americano toma de nuevo como inspiración para ofrecer su versión. Marcelo Mastroianni estaba bárbaro hace veinte años, como lo está Robert De Niro en sus silencios, en las sonrisas, en sus miradas, solo en su pena. El más grande ha vuelto.
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