Pero con Waits hay que entregarse al asombro y al disfrute. Escojo de su discografía un álbum tan relevante como Swordfishtrombones (Island, 1983), un disco que quiebra en dos de cuajo su obra, un disco que rompe con el pasado y esboza un nuevo lenguaje, que destierra el piano y el humo y explota las marimbas y las percusiones inverosímiles, que cambia el garito angelino y la resaca en viejos hoteles por el circo y la feria. Es este trabajo el primero tras cambiar de sello, el que lo da a descubrir a la audiencia europea, enseguida entusiasmada con el retorcido giro que aquel trasnochador autor de jazz da ahora, convertido en predicador. Waits se vuelve áspero en su voz y en su música, en unas texturas características que no recuerdan precursores y que tampoco encontrarían seguidores. Sencillamente porque Waits es inimitable. Shore leave, 16 shells from a 30.6, In the neighbourhood, Swordfishtrombone, Down down down… ooh ooh ooh.
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