Ahora no distingo entre emociones, estoy tan afligido como eufórico, tan triste como contento, tan afortunado por haber llorado como por haber sonreído.
Empecé hace un año y medio y terminé hace un rato. Me metí en sus vidas en silencio. Fui un espectador de sus dolores, de sus miedos, inseguridades, tragedias, experiencias, crecimientos, envejecimientos. Viajé en su coche fúnebre y bajé al sótano a embalsamar cuerpos. Reposé en sus camas y me acosté con todos ellos. Fui un testigo más de la vida y la muerte que latían a su alrededor. Y ahora me marcho yo también, abrazando a Ruth, a David, a Brenda, a Keith, a Rico, a Nate. Y perdiéndome en el rostro de Claire delante de mis ojos.
Familia Fisher, descansa en paz. Nunca te olvidaré.
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