viernes, octubre 03, 2025

EL OCASO


En el largo camino las decepciones llegan en algún momento. Lo que sentías cerca se va alejando y perdiendo, hasta que se diluye y desaparece. La música nos une a quienes amamos, nos ata a quienes admiramos, aunque los cordones, tarde o temprano, se van aflojando... por tu culpa o por la suya: nos distanciamos, nos olvidamos, nos ignoramos. Queda el recuerdo de cuando nos gustábamos, una huella irreconocible cuando el desengaño se ha consumado.

Esta es la reseña de una decepción. Crecimos juntos desde el mismo año. Te conocí con tus primeros discos. A ti te gustaba lo mismo que a mí. Había conexión, tío. Sabías cantarlo bien, notaba que lo sentías. Algún día también tú serías un clásico, podría ser, uno de esos clásicos. Acertaste una vez, otra, otra. Te vi en un concierto, compartíamos pasión a distintos lados de la barrera que me separaba del escenario. Seguí tus pasos. Pero con el tiempo me fui quedando atrás, o no respirábamos al mismo ritmo.

Volví a otro concierto más tarde. Tus canciones nuevas no me decían nada; las de antes, que las recuperabas para excitar aún más al regimiento fiel que te gritaba desde abajo, aún me conmovían. Tú por un lado, yo por otro, distintos cansancios, recogidos cada uno en sintonías distantes. Otro disco, otra ausencia. Otro, otra nada. No te reconocía en tu música, no me reconocía yo en la música que en ti nacía.

He mantenido la esperanza después de los tropiezos. Ahora recuerdas tu año en el último de tus álbumes, mi año. Pero no. No hay guiño. No sé qué cantas, no distingo lo que cuentas, escenas, chispazos, flashes sin luz, sin alma. Siento que cantas mal, que no transmites nada, que encajas palabras de cualquier manera. Tu música me deja helado. Hubo una vez en que fue bonito. Salud.

No hay comentarios: