Nos preguntamos asombrados cómo es capaz Willie Nelson de desafiar a la naturaleza y grabar uno o más discos al año cuando ya supera los 92 abriles. Yo tengo más simpatía por otro forajido de las raíces de la música americana que hace una semana cumplió 94, con un legado discográfico más reducido pero un eco y magisterio igual o superior: Ramblin' Jack Elliott.
Jack está en Dylan, como él estuvo en Guthrie. Su horizonte estaba más próximo, sus pasos eran más cortos; la fama, el éxito, la figura, el mito... no iban con él, que prefería vagar abrazado a su guitarra acústica. El respeto, el cariño entre los suyos, en quienes aprendieron de su modestia, no ha tenido fronteras. ¿Pequeño gran músico? Grande.
En 1995 regresó a un estudio y grabó su primer álbum en 25 años. Cantó piezas de Woody, temas tradicionales que interpretaba en todas partes, ensombrecido por el ala de su sombrero. South Coast es la esencia misma de Ramblin' Jack: conciso, escueto, vibrante, sentido, emocionante en su sencillez. Un disco culminante, como 14 años después sería su último canto, A stranger here.

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