Os cuento una historia, trataré de resumir, que los blogs son para leer rápido.
Hace unos días abrió una tienda de discos en mi ciudad, La Galleta Music Shop. Oh, milagro, qué locura, vaya un regreso al pasado, ¡la supervivencia!. Cuentan sus dueños que tienen un fondo de 30.000 discos entre vinilos, cds y algunos casetes, de primera y segunda mano. Parte de la mercancía procede de lo que Alejandro y Javier vendían desde hace años online y otra buena parte, de lo que han adquirido a una veterana tienda que cerró hace dos años tras casi cuatro décadas abierta, un lugar en el que yo me crié musicalmente y que guardaba muchísima música tras bajar la verja. De colecciones particulares y emisoras de radio también han obtenido fondo musical.
He ido a mirar, a buscar, a comprar algo. Un cuarto de hora nada más, sabiendo que se pueden pasar unas cuantas horas allí nadando entre discos y hablando. Queen y Guns N Roses me recibieron. Busqué entre los cds solo, y me llevé cuatro, a buen precio todos, 7 euros el más caro. Dos tenían el precinto aún, y en una esquina, a la derecha en una pequeña pegatina blanca, el precio escrito que le habían puesto en aquella vieja tienda que hoy no existe. Reconocí las caligrafías: una la del dueño, que falleció hace dos veranos; la otra la de un amigo que durante muchos años fue trabajador en la tienda. Hice una foto a esa esquina del cd y se la mandé. La letra es mía, me dijo, probablemente de 2001. Es muy probable que esté en lo cierto, el disco es de aquel año y aún sigue precintado, intacto bajo el plástico. Y hoy, tanto tiempo después, lo rompo para dar aire a ese disco que en veinte años nadie quiso comprar.