domingo, enero 24, 2016

VOLUME ONE 386: THE GHOSTS OF HIGHWAY 20 (LUCINDA WILLIAMS)

Advertido de su excesiva duración (86 minutos) y sus canciones largas (de 14 nueve sobrepasan los cinco minutos y medio), he dedicado una calmosa atención a la escucha y el juicio del último y decepcionante trabajo de Lucinda Williams. La decepción no la causa el hecho de que el álbum sea feo o indigno, sino el modo en cómo la autora expresa sus constantes argumentos, los dolores de la vida, con una espesura y somnolencia en varios momentos exasperante.
La decepción la provoca también el contraste desafortunado entre un disco igualmente largo y denso como el anterior, el magistral Down where the spirit meets the bone (2014), y este soporífero e interminable The ghosts of Highway 20 (Highway 20 Records, 2016). Uno tenía buenas canciones, algunas brutales, de las que se incrustan profundamente en la memoria; otro no es que tenga canciones malas, es que no son realmente buenas y el débil polvo que desprenden enseguida se pierde. Uno es un disco duro y duradero; el otro es blandura que se deshace en su letargo.

La autora desnuda música de fantasmas personales, según leo, pasajes íntimos que vincula a paisajes físicos alrededor de esa carretera 20. Lo hace con temas adormecidos que no se despiertan, guitarras que entran de puntillas sin pisar nunca firmes, pasajes que derivan en improvisación y una voz gastada, cansada, vacilante. Por el amor de dios, Lucinda, me importa un rábano tu maldita autopista.

Nota: 4/10

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