Después del Jefe, a él era a quien más le llovían las ovaciones. Por mover una ceja, por amagar una risa, por levantarse del taburete del que últimamente no se despegaba y volver a sentarse, por agitar la pandereta. Y por expulsar de sus pulmones toda esa sensibilidad irremplazable con la que la E Street Band baña las canciones de Springsteen. Porque era él (es él) quien primero te viene a la mente cuando te haces una imagen de la banda en la cabeza. Con su aire torrencial que brota depurado y potente de su saxofón. Un saxo que ya no volverá a alegrarnos. No me imagino sin él, ahora, canciones como Bobby Jean, Jungleland, Born to run, Rosalita o Dancing in the dark. Hasta siempre Big Man.
lunes, junio 20, 2011
BIG MAN
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