Me resisto a pensar que los cds van a desaparecer, por eso los compro cada cierto tiempo, no tantos como quisiera, aunque últimamente son pocos los que me apetece comprar. Ahora quiero gastarme la pasta en aquellos de Dylan que me faltan en formato original, muchos de ellos a muy buen precio y reeditados recientemente. Tengo algunos en vinilo, otros guardados en alguna parte en cassete, la mayoría en cd (incluso en colecciones entregadas por periódicos), y algunos de estos todavía copiados con sus carátulas fotocopiadas. Ahora de lo que tengo ganas (será a porque sólo me puedo fiar de las divinidades) es de tenerlos todos como se nos ofrecen en las tiendas. El otro día compré The Freewheelin’ (y John Wesley Harding y Desire), el segundo álbum de Bob Dylan, un disco de hace casi 50 años, de 1963.
Su portada es una ternura: el chico recién llegado a la ciudad, ella, Suze Rotolo, agarrada a su brazo izquierdo de paseo por la calle, enamorada y sonriente, con miedo a soltarse, helados de frío los dos y con poco abrigo encima. Caminan por una calle del Greenwich Village de New York, libres y felices, tan jóvenes que todavía no saben del daño que se pueden hacer. El chico se lo haría a la chica y se lanzaría al mundo, a la carretera, al hogar de un mito. Dentro hay canciones de amor, canciones protestas, blues hablado, denuncia, abandono, nostalgia, deseo, sueño. Muchos temas los ha trillado la historia y sus contextos. Otros son tesoros (Bob Dylan’s dream, Corrina, Corrina, I shall be free, Girl of the North Country) que engrandecen desde un segundo plano un disco inmortal.
2 comentarios:
No es el mejor disco de Dylan pero no conozco a nadie que no le guste. Es como el principio de todas las cosas ...
Plenamente de acuerdo.
Saludos!!!
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