miércoles, diciembre 18, 2024

VOLUME ONE 680: HEAVEN, OR SOMEPLACE AS NICE (JOSH RITTER)


La Liga de los músicos sin mácula, aquella en la que ni siquiera nuestros artistas favoritos entran porque alguna vez han firmado un sonrojante patinazo, tiene plaza para Josh Ritter. Busquen alguna salida de tono, no la encontrarán en su docena de discos. El notable es la nota alrededor de la que giran sus trabajos, desde primerizos ejemplos como Golden age of radio (2001) hasta recientes diamantes como Spectral lines (2023). Poco más de un año después de este álbum, Ritter adopta una actitud igualmente reposada, si cabe más adormecida, como en la calma de un retiro, para servirnos otro buen disco, Heaven, or someplace as nice (2024).

Aunque esta vez a su nuevo álbum se le eche en falta algo de músculo y se le añore un enchufe de corriente eléctrica, Ritter se toma las cosas sin prisas, con canciones de fino trazo y elegante hechura, a las que contribuye en cuatro de sus nueve cortes el guitarrista de jazz Bill Frissell. Es en uno de ellos, Only a river (pieza que Bob Weir ya elevaba en su disco Blue Mountain), donde el disco alcanza su pico de excelencia. Ese cielo del título es quizá, el lugar donde el oyente y el propio Josh parecen sentirse con el murmullo de las cuerdas.

Nota: 7/10

lunes, diciembre 16, 2024

LIVE IN 307: ROD STEWART, A CORUÑA 2024


A propósito de Rod Stewart en mi ciudad, en un buen concierto, con una banda de alto nivel y un carismático artista de primera categoría al frente, me pongo a pensar...

Pocos conciertos me quedan por delante para sorprenderme y entusiasmarte, me temo (será que el historial es largo y la capacidad de asombro más escasa). Un gran recinto, aunque sentado cómodamente en buena posición, no es el mejor escenario para deleitarse con la emoción auténtica de quien interpreta; me falta sudor, aguante, o energía juvenil. Me sobran las luces que salpican la oscuridad desde las pantallas, ese vicio que distrae de la esencia. Uno que iba con la invitación de quien cubre el evento para un medio se pregunta: ¿estamos dispuestos a pagar 80 euros por reposar el cuerpo y hasta 136 por ver en pie a un músico a unos pocos metros? Bueno, el recinto para 8.000 espectadores estaba casi lleno.

En cuanto al concierto de Sir Rod, sabíamos que poco o nada habría de rock tabernario, mucho de versiones bien escogidas (Downtown train y I'd rather go blind en cabeza) y una ejecución profesional para contentar a una audiencia de exigencia media-alta a estas alturas de la vida en el DNI de los asistentes. Blues, soul, pop, disco, rock y un músico al que no le fallan ni las fuerzas ni la garganta. Bien por Rod Stewart, te he visto enfrente, y me doy por satisfecho.

sábado, diciembre 14, 2024

BONUS TRACK 299: PARADISE OUTLAW (PIETA BROWN)


Si a este álbum le acompaña la etiqueta "ayer y siempre" pese a haber visto la luz años después de la andadura de este blog se debe a que en ese momento de alumbramiento, 2014, se nos pasó inadvertido, y tampoco habíamos probado ni una gota de la música de Pieta Brown. Le sienta bien esta misma etiqueta a Paradise Outlaw (qué fantástico título) porque su sigilosa atmósfera no pertenece a tiempos concretos, flota en una nube solitaria sin dirección definida y transmite un excitante placer.

Y quietud, sosiego, desde las suaves acústicas a los pellizcos eléctricos que hacen temblar el hilo metálico de lo cercano y confortable. Este disco de hace diez años era ya el sexto de Pieta Brown, otra de esas vocalistas y compositoras que ha convertido en territorio apacible la red de raíces que se estiran hacia numerosos carriles del folk y la americana. Bo Ramsey, otro discreto artesano de las cuerdas, abrigó a Pieta como productor en este y otros álbumes, y ella, serena intérprete, arropara por Justin Vernon y Amos Lee en tres temas, consigue, aunque tarde, conquistarnos.

miércoles, diciembre 11, 2024

SOUNDTRACK 283: UNA DE FRANK CAPRA


Hoy he visto una película de Frank Capra. Puede que hayan pasado quince o veinte años desde la anterior de sus películas que vi, y han sido más de una veintena. No se trata de juzgarlas esta vez, de ordenarlas de mejor a peor en una lista en la que todas me parecen excelentes (Juan Nadie, Vive como quieras, Un gángster para un milagro, Sucedió una noche, Horizontes perdidos...). O me lo parecieron en su momento. Y, la verdad, la mayoría no quiero volver a verlas para no dar oportunidad a que el día de hoy destroce la belleza de los recuerdos.

Con el filme de Capra que acabo de ver, uno muy antiguo que nunca debió de emitir ninguna televisión y que me encuentro en una plataforma, vuelve a mí aquella sensación de ilusión y expectación que me invadía cuando las cadenas emitían viejas películas de aquellos maestros del cine cuya huella nunca se ha perdido y otros que vinieron después han heredado. Regresa el placer de un pasado juvenil en el que el cine ocupaba mucho tiempo en nuestras vidas, sus historias de fe y esperanza, de buena gente frente a villanos aprovechados. Ficciones que creíamos auténticas, un mundo paralelo en salas de proyección a oscuras.

La mujer milagro, se titula, con Barbara Stanwyck derrochando verborrea entre humanos necesitados de fe. Y Capra, siempre, su maestro detrás de la cámara.

domingo, diciembre 08, 2024

BOOTLEG SERIES 129: LUCINDA EN ABBEY ROAD


Habría que instaurar experimentos (pruebas, juegos, competiciones) como estos: versionar a los músicos más versionados de la historia y que los oyentes aprobasen y suspendiesen, con diferentes notas, a los intérpretes que se atreven a orientar viejas canciones hacia nuevos rumbos. Esto ocurre de siempre, y Lucinda Williams lleva unos años, desde que la salud no le deja rendir al cien por ciento, llenando de versiones de Dylan, los Stones y otros su propio jukebox. El séptimo volumen de esta especial caja musical presenta a la propia autora en los mismísimos estudios de Abbey Road de Londres para revivir (como miles de músicos de todo pelaje en cada rincón del planeta) media docena de canciones de The Beatles.

Así que no cuestionemos a una intérprete veterana de primera categoría por meterse en la piel de algunas de esas canciones que, como a muchos y muchas de su generación (y tantos que vinieron después), forjaron su personalidad y su oficio. Eso es lo que tiene Lucinda Williams Sings The Beatles from Abbey Road (2024), oficio, y respiración rockera, y emoción auténtica. Hacen vibrar, por ejemplo, Yer blues, Don't let me down y While my guitar gently weeps (¡cómo no!) pero enfrían Let it be o Something. Yo le doy un aprobado alto... será que los Beatles y yo no crecimos juntos.

martes, diciembre 03, 2024

BONUS TRACK 298: TIGERLILY (NATALIE MERCHANT)


Esta mujer que nos clava los ojos, entre desafiantes e incisivos, desde la portada de su primer disco viaja en la memoria hasta aquellos primeros años universitarios, cuando aquel álbum de los 10,000 Maniacs acompañaba las tardes en la habitación de la casa de un amigo con pocas ganas de estudiar. El grupo y Natalie Merchant tuvieron después poco peaje por mis horas musicales, pero cuando pidieron permiso para sonar siempre fueron bien recibidos. En 1995 ella dejaba atrás a su banda y sellaba con su nombre Tigerlily, un álbum impoluto, de una limpieza bautismal, elegante en sus hechuras, profundo en su interpretación. San Andreas Fault, Carnival, I may know the word... irradian una plácida serenidad. Motherland, seis años después, era otra gema delicada en la carrera poco ensalzada de una artista que se acomodó en su modestia.

lunes, diciembre 02, 2024

LOS MEJORES ÁLBUMES DE LA HISTORIA


No, no vamos a enumerar los mejores álbumes de la historia. No sabemos cuáles son los mejores, solo los que más nos gustan. Otros foros se dedican cada cierto tiempo a vendernos un listado grande, 500 unidades, categorizado como lo supremo entre lo mejor, la mejor música de la historia, que incluye pop, rock, folk, jazz, blues, rap, electrónica y algún género más.

En septiembre de 2005 compré un número especial de la edición española de la revista Rolling Stone que incluía una lista de "los 500 mejores álbumes de la historia" según el criterio de músicos, creadores, productores, periodistas y responsables de discográficas. En 2023 la misma publicación repitió lista con votos de personas de cargos o condiciones similares; entendemos que no serían las mismas personas que 18 años antes, quizá alguna sí. 

La lista cambió, por supuesto, porque en casi dos décadas cambia, entre otras cosas, la forma de consumir la música, así como la importancia temporal o la repercusión de determinados músicos y sus discos. Llama la atención que álbumes previos a 2005 que antes no figuraban entre esos 500 ahora sí aparecen; o que discos que primero estaban en el puesto 38 descienden al 483, del 64 al 489. ¿Tan mal han envejecido, ya no son tan tan buenos ahora?


 

Vamos a los primeros puestos: uno que antes estaba en el puesto 33 ahora solo baja al 47; en cambio otro buen disco que merecía el puesto 81 ha repuntado dos décadas después hasta el 46. Vaya, el mejor disco de la historia según la última encuesta de esta revista es What's going on de Marvin Gaye, número 6 en 2005. El puesto 2 es el mismo en un año y otro: Pet sounds de los Beach Boys. Y el 3 es Blue de Joni Mitchell, aupado desde el 30 de hace 18 décadas. ¿Cómo se explica esto?

Un par de fluctuaciones más en este juego habitual de las listas que no sirven para nada pero tienen su gracia. Los Beatles tenían cuatro álbumes entre los diez primeros en la lista de 2005, ahora solo uno, que antes era el número 14 (¿qué pasa con los otros extraordinarios discos de los Fab Four?). Bob Dylan tenía dos y el único que ahora tiene sube desde la posición 16. En el top 10 actual solo se mantienen los trabajos de Gaye y los Beach Boys, el resto, como vemos, han subido desde las plazas antes mencionadas o desde la 56, 17, 25, 72 y ¡¡312!! que ocupaban Stevie Wonder, Nirvana, Fleetwood Mac, Prince y Lauryn Hill respectivamente. Y el 1 de antes es ahora el 24.

Por supuesto, ni en una ni en otra lista aparecen aquellos otros buenos discos que alguna vez, y también ahora, nosotros hemos considerado que sí son los mejores álbumes de la historia.

martes, noviembre 26, 2024

VOLUME TWO 128: (TENEMOS UN PROBLEMA CON) NICK Y JOSH

¿Problema? No, en realidad no, pero como titular es aceptable. Además, ¿a quién le importan nuestros problemas? Admitamos, ya que nos entendemos escribiendo y hablando sobre música, que hay ciertos músicos cuyos elogios no llegamos a comprender, a admitir incluso, cuando lo que ocurre en verdad es que no encajan en nuestro radio de aceptación ni entre el amplio grupo de afinidades que acogemos. Tan sencillo como eso. Lo que merece reverencias y alabanzas, cinco estrellas de puntuación y dieces de valoración, en estudio o en vivo, es para nosotros una opinión desmesurada, si cabe un indigesto castigo. Hablamos hoy de Nick Cave y Josh Tillman, Father John Misty.


Les damos más de una oportunidad una vez que entran en nuestro territorio, amparada por un disco que en su momento nos gustó mucho y que aún nos gusta o por un par de temas en otro par de álbumes que consideramos más que aprobados, sugerentes. Son más las reprobaciones que los beneplácitos, y aun así, con cada novedad de su carrera, nos prestamos a escuchar su nueva producción con atención y con el deseo esperanzado de que nos convenza, de que digamos por fin que ahora nos agrada este músico, que ha conseguido alcanzarme. Pues nada: los ensalzados álbumes de Nick Cave & The Bad Seeds y Father John Misty (Wild God y Mahashmashana) no nos llegan al aprobado.

Quizá es que tenemos un problema con Nick y Josh que nos impide asumirlos con el juicio despejado, cada uno por sus propias razones, parecidas en definitiva. Por el abrumador dramatismo interpretativo de Cave y sus canciones trascendentes, por la grandilocuencia orquestal de Tillman. Acabamos agotados de la gravedad de uno y de la languidez de otro, en la negrura de sus trajes. Salvemos algún punto a favor, no obstante: Wild God deja un poco de luz entre la maleza para sacudirse la depresión de los anteriores discos; Mahashmashana guarda un par de fogonazos en el repertorio que son alivio frente al tedio. Lejos del aprobado.

domingo, noviembre 24, 2024

VOLUME ONE 679: SMALL CHANGES (MICHAEL KIWANUKA)


Small changes
(Polydor, 2024). Pocos cambios. Lo mejor que se puede decir del último disco, el cuarto, de Michael Kikanuka es que apenas hay cambios respecto a los dos inmediatos antecesores. Lo peor que se puede decir es que poco o nada cambia. Es decir: todo bien, pero... No es una contrariedad, es la evidencia de unos rasgos reconocibles, de un ambiente reiterado (repiten Danger Mouse e Inflo en la producción), una identidad que vuelve a funcionar con tanta aprobación como generar el recelo hacia un músico reacio a salirse de su acomodo. 

A la altura de este cuarto álbum, Kiwanuka compone un trabajo con sello de fábrica (ese soul folk plácido y caluroso, ese clima contemplativo de su voz distendida o de los coros balsámicos), una fórmula a la que esta vez no acompañan canciones mayúsculas como las que había en Love + Hate (2016) y en Kiwanuka (2019). Su nuevo capítulo, del que se desprende una madurez demasiado conformista, guarda una cuantas piedras preciosas (Small changes, Rebel soul, Follow your dreams) pero ninguna joya para llevarnos al éxtasis.

Nota: 7/10

lunes, noviembre 18, 2024

BOOTLEG SERIES 128: JESSE & BRUCE


He aquí una causa solidaria, un gesto de aprecio y amistad auténticos, un tributo natural y verdadero, un deseo, y una canción sensacional. El homenajeado es Jesse Malin, quienes revuelven entre su música son amigos cercanos y camaradas de escena, el motivo es brindar una ayuda que sufrague lo que cuesta su tratamiento médico, el tema es She don't love me now, y el deseo, volver a caminar pronto, tal vez bailar. 

Jesse Malin está paralizado de cintura para abajo a causa de un derrame cerebral que sufrió el año pasado. Debe someterse a ejercicios de rehabilitación diarios y cuidados. Un grupo largo de amigos no han dudado en cantar sus canciones para el álbum Silver Patron Saints. En la alineación hay campeones del mundo: Springsteen, Costello, Lucinda Williams, Spoon, Wallflowers, Tom Morello, Ian Hunter, Billie Joe Armstrong, Graham Parker...

Un tema, un temazo de versión. Bruce Springsteen emborrachado de soul destilado en Stax. El vídeo, con Malin en un cameo que ni te enteras si pestañeas y Reverend Paul Bearer como entrañable soñador en el fondo de un licor que te lleva a las nubes del baile desde la barra del bar destinada a los solitarios. Ese saxo glorioso sube hasta una volcánica temperatura... Cuesta no estremecerse.

domingo, noviembre 17, 2024

VOLUME TWO 127: JOHN BUTLER


Un día, cuesta recordar cuándo, me dejé seducir por las brisas metálicas del trío de John Butler. Supe tres o cuatro detalles del líder del grupo, un guitarrista de los que pudiera tener una furgoneta por hogar rodante y un océano por evasión de las que dan sentido a la vida, adrenalina espiritual, allá donde las olas rompen contra las costas de Australia. La corriente se fue llevando a Butler de mis pasos, pero resulta que tras muchas muchas lunas llenas sobre el manto del mar, el hombre reaparece en el horizonte con el eco de sus guitarras acústicas, de su dobro, de un banjo y de las manos que golpean la caja y propagan sensaciones de bienestar expansivo.

Esto es lo que John Butler, esta vez sin Trio, consigue en Still searching (2024). Un trabajo instrumental más sutil, como irreal y etéreo, que los álbumes con los que acerqué a él hace tiempo, obras que conviene defender y aconsejar (Three, Sunrise over sea, Grand National... nos vamos a hace dos décadas) para quien guste de esas sociedades que el folk y el rock firman a menudo con el blues, el bluegrass y diversas tradiciones de raíz. Butler es hijo de California y ciudadano australiano, donde su música en las calles lo dio a conocer y a crear sus primeros seguidores. Su música tienes ese latido limpios de la intemperie, el contacto con el cielo, la tierra y el mar con la vibración que brota de sus guitarras.

jueves, noviembre 14, 2024

BONUS TRACK 297: CANNED WHEAT (THE GUESS WHO)


En el reencuentro de hoy con un viejo amigo hubo tiempo para sorprendernos por cómo ciertas cosas del pasado no tienen cabida en el presente, serían inadmisibles, no encajan o no se toleran. Hablábamos de películas, con sus argumentos y comportamientos de personajes; y ocurre lo mismo con discos antiguos, con música con la que hoy no te encuentras, autores que tampoco caben o que ya no tienen espacio para ellos. The Guess Who, por ejemplo. Con aquel álbum suyo del 69, Canned wheat.

Escuchas al grupo por aquella época y no aciertas a saber si su música tiene ubicación de fabricación británica o norteamericana; si se inclinan al pop o se arriman al rock, o mantienen el equilibrio sobre la cuerda del rhythm and blues; si son un grupo del montón de olvido rápido o si en realidad exhiben virtudes que sacan con timidez de su escondite. Puede que los canadienses no vayan a figurar nunca entre el grupo lustroso de las bandas elegidas, que solo conserven en el recuerdo popular uno o dos temas de su discografía. Pero en álbumes como Canned Wheat retienen esa cualidad invisible de experimentar sin pretenderlo, de ser brillantes sin parecerlo.

miércoles, noviembre 13, 2024

GREATEST HITS 351: COME PICK ME UP (RYAN ADAMS)

Al enterarme, corrieron las preguntas unas detrás de otras. ¿Por qué ha elegido mi ciudad entre tan pocas a su paso por España? ¿Será tan arrogante y antipático como hace quince y veinte años? ¿Vestirá aún las cazadoras vaqueras dos tallas más pequeñas y con parches? ¿Advertiremos el desgaste de sus 50 años detrás del cabello sin domar? ¿Se recogerá en la desnudez de aquellas grabaciones en Carnegie Hall o vendrá con banda? ¿Se limitará a honrar solo los 25 años de Heartbreaker o pescará en Gold o más álbumes para hacer de la noche una fecha inolvidable? De Ryan Adams conviene quedarse con lo buen músico que fue durante ya un tiempo. Ojalá lo vuelva a ser en mi casa. 

domingo, noviembre 10, 2024

VOLUME ONE 678: ACADIA (YASMIN WILLIAMS)


La obligación laboral me puso en contacto esta semana con un maestro de la música clásica, Rogelio Groba Otero, director y compositor, con quien pasé parte de una mañana hablando y reflexionando sobre la música. Yo le pregunté: ¿qué es la música artísticamente elevada?, a lo que él se había referido antes. No puedo reproducir el largo diálogo que suscitó el interrogante. Pero a propósito de esta pregunta y de las respuestas que cada uno podamos tener, me permito responder que es muy posible que pudiéramos poner como ejemplo de arte musical elevado Acadia (Nonesuch Records, 2024), el trabajo más reciente de Yasmin Williams.

A falta de antecedentes sobre la autora, me quedo con las sensaciones para referirme a esta multiinstrumentista que con sus dedos y su guitarra practica el finger style, una virtuosa y expresiva técnica que acaricia y puntea las cuerdas originando un cálido eco metálico, a veces acompañado el golpeo de la caja con las manos. Son virtudes, las de Yasmin, que nunca caen en el exceso, que no está fuera de lugar, sino que crean un embriagador paisaje sonoro sutilmente acompañado de percusión, violín y unas pocas voces. Acadia es música abierta que lleva al oyente al corazón de la naturaleza, lejos de todo, con el aire de una montaña o el rumor de un río atrapándolo por completo. Una experiencia artísticamente elevada.

Nota: 7,5/10