Retratar a un gigante a través de un documental, desnudarlo desde diversos ángulos y en multitud de escenarios... ¿Cómo? La fórmula que adopta Brett Morgen en Moonage daydream para abrir y mostrar a David Bowie en su universo musical y audiovisual descarta lo convencional, el relato periodístico al uso en forma de reportaje, y se entrega a la derrama excesiva de sonidos, imágenes, recortes, palabras, actuaciones... Los enfoques confluyen en una lisergia abrumadora, un ponche agotador de material exclusivo que los herederos de Bowie han servido envuelto en oro al documentalista. La saturación se impone, despiadada, sin apenas reposo, al servicio de un retrato que pretende ser fascinante y en el fondo, hasta se antoja grotesco. ¿Qué quieren que opine? Que hoy, cuando se extingue 2022, el Bowie que radiografía este documental a mí no me seduce. Será que la capacidad de sorpresa y admiración responde hoy a otros estímulos. Me quedo con las canciones, con los discos. No todos.
1 comentario:
El documental es un hype superinflado. Un rollo "arty" de los que molan a cítica y fans indocumentados. No descubre nada nuevo, solo es una sucesión de imágenes y sonidos que causan dolor de cabeza.
Viva Bowie, el de las canciones y los discos. Absolutamente todos.
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