Héroes. Silencio y Rock & Roll. He visto el documental sobre los Héroes del Silencio. Está muy bien, cuenta lo que tiene que contar: cómo se crea un grupo (allá en la provincia), cómo se encuentra a sí mismo (entre el sacrificio y los sueños), cómo triunfa (por imagen, actitud, valentía), cómo se desborda (por exceso, por descontrol), cómo se destruye (por incapacidad para convivir). Subían los créditos y me calentaba de ganas de escuchar, después de mucho tiempo, Senderos de traición (1992). Vaya cuatro aquellos tipos, Bunbury, Valdivia, Cardiel y Andreu.
Yo tenía 19 años. Desgasté la aguja con aquel disco. De Entre dos tierras a Con nombre de guerra. El mar no cesa fue el anzuelo. Con Senderos... entré en la secta. En El espíritu del vino encontré trucos que no me convencían. Con Avalancha reconecté sin devociones, pero ya me daba todo un poco igual. Y los Héroes, como tantos otros, fueron arrinconados en el desván como una parte nostálgica de mi juventud. El documental me envió de nuevo al túnel del tiempo. Y Senderos de traición, a la bravura de un grupo como no habrá otro igual en nuestro rock: de Senda a Hechizo, de Oración a Decandencia.