Cuenta Sid Griffin en las notas interiores de este disco que de forma incomprensible desapareció su título en la impresión de la imagen de la cubierta. Junto al nombre de Gene Clark debería aparecer “White Light”, pero solo se imprimió el del autor, sentado a lo lejos, se intuye que junto a una guitarra, contra el horizonte que solo ilumina una luz, un sol, crepuscular. Anécdota al margen, el disco perdura a lo largo de los años como una de las joyas más deslumbrantes del country rock americano.
Se he
escrito y dicho que Gene Clark era el talento más notable de The Byrds, a los
que entregó fantásticas composiciones. Pero los celos y los egos acabaron por
apartar a Clark de la banda solo dos años después de cofundarla junto a Roger
McGuinn. Inició un camino en solitario irregular, aunque con algunas maravillosas
etapas, como ese trío de discos de comienzos de los setenta que componen White Light
(1971), Roadmaster (1972) y No other (1974). El primero es finura acústica,
profundidad expresiva, atmósfera libre e irrepetible.