Vuelta a casa, donde conviven
músicos de raza y furia, exploradores tenaces que desde las raíces
suben hacia ramas atrevidas agitadas por la brisa de la creatividad,
envenenados por el deseo permanente de hablar el idioma pasional de
las canciones año tras año, entre recompensas y fatigas. El niño
de la foto es Pardo, el chaval que da imagen al tercer álbum que
Néstor Pardo firma con su apellido, presentado hace unos días sobre
las cálidas tablas del teatro Colón. Estudioso de la guitarra,
precoz intérprete de rockabilly, aventurero con la música como
brújula, antiguo miembro de bandas nacionales y músico de sesión
para bandas locales, el coruñés lleva tres años entregado por su
cuenta y riesgo a su propia carrera, con la promoción justa y el
aprecio bien merecido, el aplauso a una obra pura que brota de la
honestidad intachable de las entrañas.
Siento no haber sido lo
esperado (New H Records, 2016) introduce el castellano en las letras
y composiciones de Pardo, ahora más rockero pero sin apartarse del
apego íntimo al swing y al rockabilly. También incorpora más
respaldo instrumental, electricidad y abrigo rítmico. El disco posee
una fuerza emocional auténtica, transmitida por la voz entregada y a
veces dramática de Pardo, y lo salpican unos cuantos temas poderosos
(Que no te quede más, Cartagena, Ya no sé). Orgullo de músicos,
canta mi ciudad.
Nota: 8/10
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