viernes, octubre 29, 2021

BOOTLEG SERIES 102: MOJO GALLARDO


Esta conexión junta a Fran con José Manuel. Con la música como hilo y en el rodaje de los años. Ocurrió que hace un tiempo, allá (o allí) en Jerez de la Frontera, formaron parte de una banda así como yeyé que versionaba alegres canciones. Y si la música tiene la culpa de acercar pasiones, agitarlas y transformarlas, una cosa lleva a la otra inevitablemente, que en este caso fue un grupo tributo a los Beatles, uno más sí, un cuarteto desbordante de adoración, como no podía ser de otro modo. Y más tarde los dos, Fran Pena y José Manuel Peña, un gallego y un andaluz, fomaron un dúo acústico que se cansó de tocar allá por el sur canciones que todos conocíamos, canciones para animar la fiesta y entregarse en grupo. Hasta que ahora, después de grabar también sus propios proyectos en solitario, son Mojo Gallardo y tienen su primer disco, Conexión.

Cuentan en los créditos que por el cuerpo de este álbum discurren gotas de sangre que bien podrían ser de Jayhawks, de Rufus Wainwright, de Los Brincos, de Teenage Fanclub, de The Beatles, ¡cómo no! Más de unos que de otros (los venerables escoceses toman la delantera), pulido pop de cuidadas melodías y pinchazos guitarreros. Pena y Peña se turnan las voces con extrañeza al principio y con naturalidad según avanza el disco, y se arropan con la generosidad de buenos amigos. Invitan a escuchar una y otra vez más de un par de buenos temas: Violeta pálida, Me dejo llevar, Tus canciones de ayer. Me gusta esto, mucho: "Lo hicimos de corazón para colarlo en las vidas de la gente y alegrarlas un poco". Qué loable generosidad, la música libre y compartida, todos conectados por las buenas canciones, las de Mojo Gallardo.

SOUNDTRACK 263: EL ABUELO SPENCER


Cuando veo una película con Spencer Tracy me acuerdo de uno de mis abuelos. Veo en el actor el rigor del semblante que tenía mi abuelo Luis, los rizos de su pelo blanco, la mirada hundida, la autoridad de la experiencia. Pero esos parecidos no son la única razón por la que sitúo a Tracy en el olimpo de los actores clásicos de Hollywood. Me entusiasma este hombre, la serenidad que transmite, una picardía cariñosa, la del abuelo que casi todos hemos tenido. Y si repaso las 33 películas que he visto de él entre las casi 80 que ha protagonizado (entre 1930 y 1967) no encuentro ni un solo título mediocre, ni una interpretación mejorable; de Furia a Vencedores o vencidos, de Capitanes intrépidos a Adivina quién viene este noche, Tracy siempre sobresale.

Hoy recuerdo a Spencer Tracy (ese hombre que además de su familia tuvo a la gran Katherine Hepburn por el amor de su vida, el ancla para salir a flote de los remolinos del alcoholismo, de lo que escondía entre las sombras) porque después de mucho tiempo he visto una de sus películas, una que antes no había visto: El caso O'Hara (John Sturges, 1951), un buen drama judicial en el que su estrella vuelve a resplandecer desde lo alto. Al verlo, vuelvo a ver también a mi abuelo.

miércoles, octubre 27, 2021

BONUS TRACK 251: UP TO OUR HIPS (THE CHARLATANS)


Después de Stone Roses y antes de Oasis estaban, por ejemplo, The Charlatans. Y muchos más, claro. En el llamado grupo de segundones hay no pocos miembros que tendrían pleno derecho a formar parte del bloque de jefes de fila, a ser actores principales. Ahí estarían, de nuevo, The Charlatans. Por diversas causas (el éxito excesivo de otros, el momento mismo en el que se dieron a conocer, los favoritismos de la prensa, la campaña de imagen, la poca pericia para atraer al público) hay bandas que se citan detrás y se olvidan pronto. Solo rescatándolas de ese olvido cruel se advierten esas cualidades que despertaron pasiones más reservadas y merecían atenciones más gloriosos. Y eso pasa con los Charlatans. Se puede probar con este disco, Up to our hips (1994).

Es el tercero del grupo. Los Stone Roses estaban casi desechos tras miles de broncas y los Gallagher empezaban a armarlas gordas, publicidad mediante. En medio, The Charlatans con este álbum a mitad del camino entre unos y otros. Tim Burguess canta con sigilo y misterio, envuelto en sábanas psicodélicas y ritmos funk que hacen excitante su enfoque rockero. Hace mucho tiempo que no escucho bandas británicas que suenen como aquellas que hace casi treinta años orbitaban alrededor de Manchester.

domingo, octubre 24, 2021

BONUS TRACK 250: UNDUN (THE ROOTS)


No se fíen mucho de mi gusto al leer este post. Es que yo de rap, lo justo. De hip hop, un poquito. No tengo estudios suficientes en la materia como para ponerme a explicar, analizar, comparar o relatar el disco de un grupo o músico de rap. Me gustan unas poquitas cosas y ahí me quedo; los expertos y entendidos que se extiendan cuanto quieran. La música, en el fondo, no hay que explicarla, analizarla, compararla o relatarla, sino sentirla. Y como en rap, hip hop y tantas variantes hermanas voy escaso y no soy quién para desentrañar sus virguerías, hoy lanzo este disco a este blog para dejar constancia de lo mucho que me gusta. A The Roots los conocí cuando se juntaron con Elvis Costello para grabar un álbum en 2013. Dos años antes habían terminado el decimocuarto de su prolífica carrera. Aquí está: Undun, potente e impetuoso, también travieso y desconcertante. Y ya.

BOSS & COUGAR

De uno se dice que es el maestro del otro, un faro cuya luz siempre ha seguido. Al otro se le ha llamado discípulo, o hermano menor, a veces más inspirado que el genio... según cuándo. Uno ha triunfado a escala planetaria, es la voz de una nación, el rey del estadio, el jefe de todo esto. Otro es el chico más popular del pueblo, un héroe al que puedes confundir con otros tipos especiales. Y ahí los ves, en el otoño tardío de sus vidas rasgando sus guitarras y grabando juntos, cantando por los días gastados, quizá desperdiciados. Muy americano. La canción formará parte del nuevo disco de John Mellencamp, ya en 2022, y suena muy a Mellencamp, apaciguado por los años. Springsteen la cubre de la melancolía que inspira verlo ahora, mayor, cansado. Aplaudo.

jueves, octubre 21, 2021

LIVE IN 266: LIVING... THE STONES

Así es como funciona la empresa, la marca, y así la vida mira a la eternidad cuando se va desvaneciendo. Adiós, Charlie, le dicen los chicos. Aún sigues con nosotros, my darling, hasta que nos juntemos todos de nuevo. La reedición oportuna de Tattoo you, que cumple 40 años, no solo repesca el mejor álbum de los Stones en los ochenta, rescata también canciones perdidas antes nunca oídas y juguetea con material guardado y añadidos. Me encanta (me rejuvenece del alguna forma) encontrarme con alguna de esas antiguas canciones que hoy parecen incluso recién extraídas del horno por estos señores tan mayores. Como ocurre con Living in the heart of love.

domingo, octubre 17, 2021

BONUS TRACK 249: IF I COULD ONLY REMEMBER MY NAME (DAVID CROSBY)


Pocos se acuerdan quizá de aquel primer disco de David Crosby, que cumple medio siglo. En pocos álbumes más se juntó tanto lujo musical: la aristocracia de los sonidos de Los Angeles y San Francisco cuando las flores y los hippies habían marchitado ya su inocencia. En pocos discos se consumió tanta coca como en este. Allí estaban casi al completo Jefferson Airplane y Grateful Dead, tres de las cuatro esquinas de CSN&Y, y Joni Mitchell para ayudar al bufón Crosby a expulsar sus fantasmas. Henry Diltz y Gary Burden diseñando la cubierta crepuscular, el sol distante y gastado sobre el mar superpuesto con el primer plano arenoso del medio rostro de David el tocapelotas, el autodestructivo, tratando de recordar su nombre.

Crosby tardó 18 años en volver a grabar en solitario (sí lo hizo con Graham Nash, con quien mejor se entendió del cuarteto mágico) y en los últimos siete años ha registrado cinco trabajos. Cada pieza tiene destellos sueltos de voz, instrumentos y composición, pero nada es perdurable, queda un difuso recuerdo blando. Nada alcanzó después la excelencia de aquel If I could only remember my name (1971), con su autor hundido tras la muerte de su pareja y en el trampolín del que se arrojaría al pozo de las drogas más duras. Es uno de esos álbumes irrepetibles de los que emana el olor de una época que se consume, en el que los temas parecen fluir improvisados sobre tarareos que derivan en agónicos lamentos o frases liberadoras. No sabes distinguir si lo que escuchas es triste o eufórico, si lleva a la depresión o exalta la belleza. Una obra fundamental, que se deshace en el horizonte fundida con el sol que invita al anochecer.

viernes, octubre 15, 2021

QUIQUE EN EL FONDO DEL VALLE


Disfruto aún cuando está en el escenario y se desvive con la descarga eléctrica de su música, atado en comunión extática con el relato de sus canciones y el grito eufórico del público que lo adora. Pero ya no disfruto cuando lo que ha compuesto se derrama en el estudio para quedar guardado en un disco nuevo. Ya no sé de qué me habla, qué me está contando. Sí, se explica a sus anchas en las libretas que los medios le abren y comparto buena parte de lo que siente al hablarme de cómo nacen sus canciones o cómo los duendes danzan para inspirarle. Lo siento Quique, me has gustado y te respeto, por los buenos tiempos en las salas. Ahora me aburres, me agotas en el sur de tu profundo valle. Un poco me duele.

lunes, octubre 11, 2021

BONUS TRACK 248: LA CANCIÓN DE JUAN PERRO (RADIO FUTURA)


Algunas bandas no se deben olvidar nunca aunque ya no estén con nosotros. Su música no perece y en ella hay raíces que hoy aún se extienden y nos acompañan. Radio Futura. Fue un grupo que llevé a todas partes en unos cuantos años de la década de los ochenta, con su escuela de calor, el chino, el jardín botánico, los 37 grados y su negra flor. De su obra, limitada a seis álbumes de estudio y un directo, merece un lugar de oro en las vitrinas del pop nacional La canción de Juan Perro (1987). ¿Se han parado alguna vez a pensar lo asombrosamente bueno que es este disco?

Me he reencontrado con esta obra como si regresase a un lugar lejano de mi infancia y lo descubriese tal cual lo dejé, sin ningún cambio, con los recuerdos vivos de un tiempo del que se pierden otros detalles pero no ese lugar en sí, su aroma, su aire. Y ocurre con aquel cuarto disco de los Auserón y Enrique Sierra, del que aún hoy recuerdo (y canto) al 97 o 98 por ciento las letras de Annabel Lee, A cara o cruz y 37 grados, y los acordes precisos de La negra flor, y me pierdo flotante en Luna de agosto y El hombre de papel. El grupo voló a Nueva York para grabarlo y tras la tibieza inicial que se le dedicó, su acogida comercial y crítica empezó a dispararse. En aquellas brillantes canciones descansa el alimento más sabroso del que ha bebido el rock latino. Hoy no sabría decir a qué podría sonar Radio Futura si continuasen activos. Quizá sea mejor recordarlos como la gran banda que fueron.

viernes, octubre 08, 2021

VOLUME ONE 581: A SOUTHERN GOTHIC (ADIA VICTORIA)


No me voy a poner puntilloso, y tampoco he profundizado lo suficiente como para creerme que cuento con algo de erudición en la materia: desde la distancia geográfica y cultural, desconozco si el Sur gótico en los Estados Unidos, o lo gótico y sureño del país, suena así, como lo escribe, lo canta y le da música Adia Victoria en su tercer disco, A Southern Gothic (Atlantic, 2021). Obviando estas precisiones identitarias, me quedo con este álbum en su conjunto, un bálsamo hechizante, un exquisito caldo de blues y folk húmedo y pantanoso que de forma indiscutible se mantendrá entre las mejoras escuchas de este año.

¿Razones? Una: Adia Victoria, joven culo inquieto sumergido en paisaje, imaginería y sentimiento del Sur americano en el que se crió, de South Carolina a Nashville; voz zigzagueante que arratra sudor y sensualidad. Dos: Un sonido metálico e intrigante que empapa este disco de ambiente fantasmagórico y a la vez acogedor, de bajos y percusiones que introducen al oyente en escenarios enigmáticos, del que buena parte de culpa tiene el productor T Bone Burnett. Tres: Una sensación, y esto ya es terreno de cada oyente, que transmite la música cruda y cerebral para perturbar placenteramente el estado de ánimo. Compruébese en Magnolia blues, Far from Dixie, Deep water blues, Carolina bound. Matt Berninger, Jason Isbell y Margo Price, entre los invitados.

Nota: 9/10

lunes, octubre 04, 2021

VOLUME ONE 580: SONORA (LOS ETERNOS)


Dejen que insista: ¡qué buen rock americano se hace en esta España nuestra! Repito, permítanme: ¡qué buena música suena en nuestra amada Galicia! Hoy, Los Eternos. Si lo dice Cudi, ¿quién soy yo para llevarle la contraria? "Cuando empezamos a hacer country con temas propios y versiones, había muy pocos grupos enfocados a este estilo. El cambio ha sido radical, en cualquier sitio hay un grupo que hace versiones de Johnny Cash. Hay muchísimos grandes grupos de música americana y country en Galicia, tenemos una gran cantera", contaba al atender a un periódico el miembro de una de esas bandas de la lujosa cantera gallega hace dos años y medio. Entonces, el grupo de Cedeira se reunía tras una larga pausa que a muchos les pareció una eternidad para presentar Vientos solitarios y fusionar sus guitarras americanas con textos escritos en castellano. Ahora, soplan brisas de hondura y nostalgia en Sonora (2021), un trabajo que supera al precedente. Milana Música y Ferror Records nos envuelven el regalo para abrirlo y celebrarlo una y otra vez, una valiosa joya más con raíces que brotan de las carreteras americanas y sus cielos imponentes, de donde nacen canciones para llevarnos hasta cualquier lugar de la infinitud.

El cofre reluce en cada nota, en cómo una steel guitar culebrea para llorar en un estribillo o hacer vibrar una estrofa, en eléctricas que tiemblan de emoción. Un tesoro que a finales de los sesenta habrían firmado los Byrds, que en los noventa hubieran grabado los mejores Jayhawks, del que en cualquier tiempo se habría sentido orgulloso Johnny Cash, sí. Ayer me deshice con Borracho y El vals de los quebrantos. Hoy me elevo con El tiempo o Dime a dónde vas. Y mañana me fliparán...

Nota: 8,5/10


viernes, octubre 01, 2021

BONUS TRACK 247: SOUTHSIDE (TEXAS)


Apuesto a que muchos nos enamoramos hace 32 años (¡dios, 32 años!) de aquella chica que con 21 años cantaba que no quería un amante, que solo necesitaba un amigo. Su flequillo caído a un lado, la forma de echárselo atrás para despejar la frente, la curva de su tabique nasal, la carne sensual de los labios... Era Sharleen Spiteri y se ponía al frente de un grupo nuevo que sonaba muy americano pero había nacido lejos del desierto, en la lluviosa Glasgow. Tomaron su nombre del film Paris, Texas, inspirados por las metálicas cuerdas dolientes de Ry Cooder para aquella inmortal banda sonora de la obra maestra de Wim Wenders, y esas guitarras afiladas adornaban aquel fantástico single inicial, I don't want a lover, y algunos temas más de su álbum de debut. Y qué debut, Southside (1989), que 32 años después se me deshace como fruta jugosa en el paladar.

El tema de presentación era una garantía pegajosa, pero los demás singles, y los que no lo fueron, eran tanto o más dignos de adicción: Thrill has gone, Everyday now, Fight the feeling. Fue un estreno ejemplar, irreprochable. Texas firmaron dos buenos discos más, Mothers heaven y Ricks Road, antes de apostar por un público más amplio que abrazase más el pop; el cambio me distanció del grupo, aunque en todos estos años Sharleen y Johnny McElhone han guardado espacio en sus álbumes para un par de estupendas canciones. Ella aún peina bien su flequillo, menos revoltoso a los 53 años.