domingo, junio 28, 2020

VOLUME ONE 540: MONOVISION (RAY LaMONTAGNE)

Un paréntesis de cuatro años, de 2010 a 2014, separó los dos lados musicales de Ray LaMontagne. Se presentó en 2004 como un lúcido y sensible autor de country rock, joven pero maduro, bien acompañado en el apartado artesanal de sus estimulantes primeros discos. Tras ese prometedor periodo, optó por desmarcarse de sus señas de identidad y echó mano de capas de psicodelia y atmósferas de fabricación electrónica para mostrar una vertiente experimentadora espesa y algo cansina. Quienes lo veíamos desorientado y poco capaz de reencontrarse desde 2014 con tres álbumes fallidos, ahora nos reconciliamos con LaMontagne, en 2020, con motivo de la grabación de Monovision (RCA), reposado trabajo en el que el cantautor de New Hampshire, de vuelta al perfil con el que se dio a conocer, lo ha hecho prácticamente todo, con y sin los instrumentos. El regreso a su etapa más pura y natural desvela de nuevo a un cálido músico que recupera su frágil sensibilidad y que, sin dejar de remitir en ráfagas a mentores como Van Morrison o Neil Young o infiltrarse en los abiertos aires de Laurel Canyon, ofrece con seguridad la mejor versión de sí mismo.

Nota: 7,5/10

miércoles, junio 24, 2020

DYLAN Y NADA MÁS

Qué me ocurre, me siento extraño. Raro es el día en el que el vicio y la adicción me dejan sin escuchar música nueva o un disco perdido en la memoria. Pero desde el jueves pasado por la noche no siento ese aguijonazo, parecen haberse acabado las ganas de buscar novedades o descubrir autores o reescuchar buenas canciones entre las rutinas de cada día y en horas libres. Solo he entregado desde entonces mi tiempo para la música a Rough and rowdy days, el álbum con el que Bob Dylan parece querer despedirse de su mundo y del nuestro. El deleite que me produce este disco, con su trascendente hermosura, con canciones tan inmensas como Key West (Philosopher pirate) o Murder most foul, en cambio, me intimida y debilita. Podría decir mucho y callarme todo, abrirme en canal o atar cada descosido. Me repetiría, reproduciría emociones que comparto. No aportaría nada digno más. Ya se ha dicho (y bien) todo y se ha escrito de la mejor manera sobre este disco que uno el envuelve el cuerpo y el alma y de este hombre divino que representa mi única religión.

sábado, junio 20, 2020

BOOTLEG SERIES 86: HOMEGROWN EN LOS ARCHIVOS DE NEIL

Neil Young
saca del fondo de sus archivos, a los que ha acudido con frecuencia en los últimos años para airear jugoso catálogo (Hitchhiker, Tuscaloosa, Song for Judy), un álbum inédito de su mejor periodo, la década de los setenta. Se ha dicho y escrito (el propio Neil también) que Homegrown, del que algunos temas con variaciones aparecen en otros discos, es el escalón que enlaza Harvest (1972) con Comes a time (1978), dos obras que marcan tránsitos importantes en su carrera, aunque entre medias el autor publicó otros seis álbumes, uno en colaboración con Stephen Stills. Homegrown quedó guardado durante 45 años y a él se aludió como tesoro perdido empapado en desazón y nostalgia. Su rescate ahora revela un disco de lógico encaje en aquella década, con cortes que podrían haber figurado en cualquiera de aquellos discos, sobre todo en Tonight's the night (1975), obra que Young prefirió publicar, un álbum duro y quejumbroso que encuentra en Homegrown un cercano pariente de sangre.

La recuperación de este disco rodeado de cierto culto no debe sobreestimar su valor ni hacernos pensar que estamos ante la gran joya desconocida de Neil Young. Se celebra que el viaje a un pasado lejano permita borrar un rato el insípido recuerdo de sus mediocres álbumes recientes, pero Homegrown, con momentos lucidos y otros no tanto, no mejora ni On the beach, ni Zuma, ni aquellos viejos trabajos con los que a Mr. Young se le echa más de menos.

jueves, junio 18, 2020

VOLUME TWO 104: GREAT NORAH

Me siento con ganas de asignarle un sobrenombre superlativo a Norah Jones. Si algunas grandes figuras de la música popular fueron conocidas y reconocidas como reinas, padrinos, sacerdotisas, duques, príncipes o musas de sus géneros musicales, esta artista también merece un apodo de altura. Y no sé cuál: quizá porque su carrera tiene menos años que las de quienes lucieron corona e insignias, quizá porque tras haber alcanzado las cotas más elevadas de su carrera se divisan aún otras igual de altas en unos pocos años (puede que antes de afrontar una lenta ruta hacia un más que digno ocaso). Mientras lo sigo pensando, me conformo con un simple y, en todo caso, indudable Gran Norah Jones.

Llevo unos cuantos discos disfrutando enormemente de su música, ese pop jazz o jazz pop tan fácil de ser maltratado por el ala más purista del más autocomplaciente de estos dos géneros de amplio rango. La mezcla, de trazo sutil, abre fisuras para que gotas de blues y soul mojen sus canciones, que en su último trabajo, Pick me up off the floor (Blue Note, 2020), descansan sobre capas de terciopelo y crean una temperatura ideal para dejarse caer sobre alfombras tupidas. Norah ha estado muy pegada a su piano y al estudio desde el álbum Day breaks, de 2016, y entre conciertos en salas y desde una habitación en su casa en formato reducido y en solitario en los últimos meses, ha grabado y regalado no pocos temas junto a variedad de músicos. Algunos de esos cortes estaban recogidos en el anterior trabajo, una suerte de Ep titulado Begin again, y ahora tienen en conjunto mayor duración en este nuevo disco, que abre la puerta a unos cuantos músicos de jazz, con el gran, de nuevo, Brian Blade, como irresistible apoyo en las baquetas.

Y Norah, una vez más, con notas y voces que expanden su expresividad, compone una pieza lujosa más de una trayectoria de creciente calidad y emoción. En mí encuentra un defensor fiel que se entrega a la placentera calidez de la música, su música.

martes, junio 16, 2020

VOLUME ONE 539: ASTERISK THE UNIVERSE (JOHN CRAIGIE)

Música (A)americana: raíces en suelo folk y blues, soplos de rock and roll, un barniz de soul. Es la propuesta de John Craigie, un músico al que tener vigilado que vuelve a llamar a la puerta de este blog. Este hombre se halla en márgenes lujosos: no es frecuente ver su nombre escrito, sus obras reseñadas, no se acude a él como referencia o comparación, y lo que conozco de su trabajo bien merece salir de las sombras, como mucha otra música que late en los circuitos de la intimidad, te llames John, Klaus o Luis. Asterisk the Universe (Zabriskie Point, 2020), el último de los álbumes de Craigie, se desliza a través de esos géneros que respiran en paralelo al rock americano. Voz, sonido y eco te pueden acercar a Eaf Barzelay (Clem Snide) o a Ryan Adams y los sutiles teclados de parte de su repertorio cubren de humo relajante algo más que buenas canciones (Hustlin', Part Wolf, Don't deny, Nomads). En el centro de la diana o fuera de sus límites, sigo atento a este John.

Nota: 7,5/10

viernes, junio 12, 2020

VOLUME ONE 538: U KIN B THE SUN (FRAZEY FORD)

Las afinidades musicales que hallo en otros blogs me reencuentran con quien fue un tercio de una banda que en su día y por muy breve tiempo me cautivó, The Be Good Tanyas. Solo grabaron tres álbumes entre 2001 y 2006, brebajes de folk calentados a temperatura media desde Vancouver que se reciben como flechazos. Pero al trío le perdí la pista, tan solo seguí a cierta distancia a quien también por un tiempo fue parte del conjunto, Jolie Holland. Frazey Ford ha grabado por su cuenta, pero hasta ahora la tenía desubicada, y hace unos días me tropecé con U kin B the sun (Arts & Crafts, 2020), tercero de sus discos, con el que celebro haber reparado la ausencia. Porque en la música de Ford, suave pero intensa, de cauces calmados, respira esponjosa una alianza armoniosa entre el folk, el pop y el soul de textura crepuscular que da mucho gusto escuchar. Golden, U kin B the sun o The kids are having none of it son incuestionable muestra de ese placer.

Nota: 8/10



jueves, junio 11, 2020

SOUNDTRACK 251: VOLVER AL CINE

Sé que al volver no se me pondrá el pelo de punta ni me recorrerá un latigazo de estremecimiento por la espalda. Quizá, eso sí, reciba un jarro tibio de nostalgia, de añoranza disuelta en frágiles capas de memoria. He crecido con el cine, en viejas salas y unas cuantas multisalas, antes, durante y después del reproductor de vídeo y de los DVD y las películas descargadas. El viejo cine y el cine viejo me llevan a aquellas salas que ya no existen, pero en las nuevas también he llorado con las películas, o me he enfadado y reído y pasado miedo. Es probable que el regreso al cine lo haga con mi hijo, a quien esto de encerrarse un rato en una sala a oscuras con la única luz que nace de una pantalla gigante le gustaba hasta hace unos meses. Las aventuras de un conejo travieso, o de un oso sensible, un solitario hombre en mitad de la naturaleza, una familia de superhéroes o juguetes que son amigos eternos. Sí, tengo muchas ganas de ver una película, la que sea, en el cine. Por los tiempos en los que creía, iluso, que me llegaría la hora sentado en una butaca.

lunes, junio 08, 2020

VOLUME ONE 537: ITALIAN ICE (NICOLE ATKINS)

Más música de hechuras precisas y factura impecable, como las que pasan por el blog últimamente (y habrá más en adelante). Mis oídos acogen álbumes estimables como el roce de algodones. El nuevo invitado es Italian ice (Single Lock, 2020), quinto trabajo de Nicole Atkins, quien hasta ahora no me había atraído. Pero en este caso pinchas el disco y pronto te oyes decir: jo, qué bien suena esto, qué musicazos hay detrás. Ya te digo: miembros de la impagable factoría Muscle Shoals y su sección rítmica y componentes de Bad Seeds, los Dap-Kings, Alabama Shakes y Spoon pasan por el estudio. Con estos elementos dispares, Atkins cuece un disco que agita con delicadeza sorbos de soul y funk para rociar composiciones de exquisito y duradero regusto pop. Y le salen canciones que hierven calurosas, que piden extenderse sobre superficies resbaladizas. Fenomenal arranque tiene este álbum, que se dispersa un poco según avanza. Pero queda.

Nota: 7/10

viernes, junio 05, 2020

VOLUME ONE 536: WORLD ON THE GROUND (SARAH JAROSZ)

Varias veces he escrito que las voces femeninas en los terrenos del rock, pop y folk especialmente deben transmitirme una esencia diferenciadora para que me amolde a ellas y capten algo más que mi atención. Con ese timbre distinto percibo en ellas una personalidad de calado. Me ocurre eso ahora con Sarah Jarosz, uno de los tres vértices del grupo que hace dos años formó con Sara Watkins y Aoife O'Donovan,  I'm With Her. Jarosz, texana afincada en New York, tiene gusto por el eco metálico y risueño que nace del banjo y la mandolina, instrumentos con los que perfila sus mejores canciones. En su quinto y último trabajo, World on the ground (Rounder Records, 2020), sobresalen composiciones con esas herramientas. El disco, sabroso y reconfortante, fue grabado durante las pesadas semanas de confinamiento y Sarah, que a veces me recuerda a Laura Veirs con más apego a la tradición, se apoyó en el productor John Leventhal (Rosanne Cash), con quien las cuerdas alcanzan una transparencia deliciosa.

Nota. 7/10

miércoles, junio 03, 2020

LIVE IN 247: DILE A TUS AMIGOS QUE LOS QUIERES, POR WILCO

"No te olvides de decirle a tus amigos, cuando los vuelvas a ver, que los quieres".

Una frase como esta, repetida varias veces, cantada desde el encierro y en compañía de la familia o en solitario, adquiere con la música de Wilco una dimensión extraordinaria. Tell your friends, se titula este tema que la banda ha grabado por separado desde sus casas, pero unidos por la gracia del hilo mágico que los une y de la tecnología, para que, con sus descargas, recaude dinero para dar alimento a quienes lo necesitan. Una obra maestra de un grupo que, hoy o ahora y en el tiempo mismo que nos toca vivir, me parece el mejor de este mundo.